Los fantasmas, en cierto grado, en cierto límite, no soportan la revelación de la palabra
(Lacan, Seminario 7)
02. FOTOGRAMA DE LLEGADA
a. Con 15 años, Psicósis me obsesionaba. Mis amigos del colegio me recuerdan, con la carpeta forrada con fotografías de Hitchcock, el gesto final de Norman Bates mirando a cámara que imprimí sobre el libro de Lenguaje de 2º de BUP. Los libros de Spoto y las entrevistas de Truffaut que leí compulsivamente.
b. En algún momento en el filo de los 20, mi obsesión cambió transferencialmente de Psicósis hacia Vértigo. Quizá, visto en la distancia, fue lo mejor que me podía haber pasado.
c. ¿Por qué me molesta ver Motel Bates, y a su vez, por qué sigo viendo Motel Bates?
d. El placer del final de Psicósis es, pese al gesto de Norman Bates, el aullido de Norman Bates vestido como su propia madre, el plano que permite ver a la madre muerta. Muerta y bien muerta. La madre muerta en lo real con su sonrisa gélida, con ese cachondeo edípico que casi nos permite suspirar tranquilos. Hay un cierto placer en decir: Yo no soy Norman Bates, ni tengo sótano en mi casa, ni me interesa especialmente la taxidermia.
e. Casi-Todo sobra en Motel Bates. Es una serie profundamente estúpida, irritante, dirigida a los losers quinceañeros norteamericanos que todavía no han superado el síndrome look-Avril Lavigne y que nada saben de la manera en la que mira la calavera de la madre de Norman Bates (visión de taxidermia, sobre la visión y el enigma). Casi-Todo sobra, excepto, por supuesto, la relación entre Norma Bates y Norman Bates.
f. El núcleo de violencia de la serie está en el acto caníbal de la madre hacia el hijo. Lo irreparable de Motel Bates es, vamos a decirlo de una vez, que ha realizado lo imposible: ha resucitado a Norma, la madre muerta-en-lo-real para volver a ponerla delante de una cámara. Los parecidos entre ambos protagonistas...
g. ¿Por qué me molesta ver Motel Bates, y a la vez, por qué sigo viendo Motel Bates? Por el ejercicio de su escritura. Porque mientras Norma/Norman no están en pantalla y ocurren todas esas cosas estúpidas (plantaciones de marihuana, adolescentes guapas descontroladas, bandas de familias enfrentadas) mi inconsciente se puede dedicar a otras cosas, pero a cambio, tiene la promesa de un goce. El goce de la mirada de la resurrección de la madre.
h. Mi deseo está en otra parte. En Emma.
g. Los ojos de la madre no piden piedad ni protección -como los de Emma-, sino que son serpientes de goce y sinfonía de una castración inmediata. Los ojos de la madre, como los ojos de Dios en El Gran Gatsby o como las cuencas de la calavera de la Norma-que-no-estaba-muerta son capaces de verlo todo, de escudriñarlo todo.
02 (BIS). NOTAS AL FOTOGRAMA DE LLEGADA
Norma nunca lloraba (¿como podría hacerlo?) en la cinta de Hitchcock. El problema de la madre-que-llora, la madre-que-sufre por el egoísmo del abandono de su hijo, es el núcleo mismo de la serie y el arranque de los mecanismos de dominación. Norma es la Cersei de Juego de Tronos, pero llorando de corazón, y por eso mismo tiene una capacidad mortífera que puede arrasar tranquilamente con el inconsciente de los espectadores.
Ahora bien, ¿dónde está el goce? ¿En la risa o en el llanto de la madre?
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