21.3.12

El poema de la sangre de los Sandler



A veces creo que mi vida es como una pesadilla y que algún día otro despertará en mi lugar. Sólo espero que esa persona, al recordar lo que está pasando (lo que ha soñado) sea incapaz de soportar la vergüenza
(Ingmar Bergman, La vergüenza)

    El cuerpo muerto es un depósito de acciones desgarradas. Por eso la historia nunca ha entendido de futuros. Me dijeron que han visto a los cadáveres de Miriam Mosonegro, Arieh Sandler y Gabriel Sandler sobrevolando la ciudad a lomos del ángel de Benjamin y que reían. Les habían liberado de su historia y ascendían, como sus antepasados, hacia un horizonte que no entiende de ideologías y en el que los hombres no tienen que lavarse los dientes después de pedir perdón. La fotografía de la política europea vuelve a amarillearse, ay Kadish, ay puta Europa que te utilizas como carmín la sangre de tus hijos. Y sonríes. Sonríes en un gesto cansado de puta vieja y totalitarista, puta que conoce todas las camas del horror porque en todas ha sido ya sometida, gozada, palpada hasta la náusea o hasta el llanto. Puta Europa, a la que tantas veces hemos acudido para confesarnos, ¿no ves que estoy ardiendo?

    Dicen: El exterminio ha sido superado. Dicen: Hay que mirar hacia el futuro y enterrar a los muertos. Dicen: La culpa es del estado de Israel. Pero Miriam, Arieh y Gabriel son mis hermanos en lo íntimo y en lo oscuro, y el estado de Israel -debo confesarlo- es también mi patria ahora que Europa está preñada de arañas y de cansancios. Yo, niño sin padres y sin patria, soy hijo de ese hombre sabio que encuentra la iluminación del horror en el pequeño gesto de la bala que perfora su cráneo. Y así mientras los líderes europeos impostan su gesto de tristeza y se limpian con cuidado las manchas de cocaína de la solapa del traje de los domingos, besan a su mujer, dicen El exterminio ha sido superado o dicen Algunos son más extranjeros que otros, mientras la ultraderecha y el fanatismo islámico se frotan las manos y practican frente al espejo de la historia la coreografía de la marcha triunfal -¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines /¡La espada se anuncia con vivo reflejo!-, yo colecciono las esquirlas opacas y tristes de aquel sueño europeo que tuvimos juntos, amor, aquel sueño que nos susurramos casi con miedo el día que hicimos el amor ebrios de libertad, juventud y textos de Goethe desparramados por la cama.

    Pero quizá no ocurrió así.

    Quizá lo soñamos todo -el amor, Europa, Goethe- y lo que quedó en el fondo era un poso sucio de melancolía y de cenizas. Cenizas como luciérnagas sobrevolando tu piel quemada, tu sonrisa más acá de los crematorios, amor, hasta que me alejé en dirección contraria atravesando la ciudad -¿o era la Historia?- para arrodillarme en el altar de un dios semiolvidado -un dios que no era el de Miriam, Arieh o Gabriel- para susurrar: Erbarme dich, mein Gott, um meiner Zähren willen! Schaue hier, Herz und Auge weint vor dir bitterlich. Erbarme dich, mein Gott. La oración, pronunciada en alemán, se convirtió en una arcada incontenible y comprendí -como Justine, mi vieja amiga- que la tierra es malvada y que nadie la va a echar de menos.

    Y así, mientras el amor de Europa se pudre dentro de su pecho -¡ay, Europa hubiera podido amar tanto, sin condiciones, sin límite alguno!- yo me recuerdo descendiendo en el pabellón judío de Auschwitz I con las manos apretadas y ciertas inscripciones del Talmud agazapadas detrás del corazón. El asesino es un mal poeta demente que quiere plagiar con la sangre de los niños a Paul Celan. Pero Europa, ya se sabe, perdonará y seguirá fornifollando en las camas grisáceas del pánico. Europa. Ya se sabe.

     Europa.

     Tres niños hambrientos esperan a que les ofrezcas tu leche materna y envenenada.

     Europa, hubieras podido amar tanto. Pero tienes miedo. Siempre has tenido miedo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

una pluma madura la que aquí leemos. sin duda un blog al que volver. no siempre encuentras quien sabe tratar los temas importantes y estar a la altura

Lluís Bosch dijo...

Es posible que sea la tierra del miedo. En mitad del festival colonial, un inglés imaginó que algún día los países colonizados vendrían a Europa a reclamar lo que Europa les había robado. Y sintió miedo.

La oración Erbarche dich... lleva -claro está- al principio de "Sacrificio", unida a la imagen de la adoración de los reyes. Una cinta que trata, entre otras cosas, del miedo.

Jorge dijo...

Esto e sun off topic... o no. En cualquier caso, enhorabuena por el premio, colega.