10.2.12

El viento siberiano

    ...ninguna otra persona podría haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues esta entrada estaba reservada sólo para ti. Ahora me voy y cierro la puerta. 
 
...con lo que quizá recuerdes aquellos estallidos de lucidez en las horas difíciles, mientras conteníamos las carcajadas, mucho antes de que supiéramos que esta movida de la libertad iba en serio y antes incluso de los movimientos de tierra, antes de pasear por las calles dominadas por los hilos del deseo, los años en los que teníamos pústulas en el puño izquierdo de tanto levantarlo y los años en los que todavía pensábamos que nosotros éramos la solución a este pequeño cáncer de latidos, noches sin sueño atravesando ciudades, cigarrillos, mujeres, autovías, mañanas de resaca enchufándonos las cintas de Bergman una detrás de otra, montaña rusa, espejos deformes para grandes y pequeños, ropa interior, revolución y más revolución, páginas de Nietzsche al caer la tarde en una gasolinera y sándwiches mixtos, si algo se puede decir a nuestro favor es que juramos apurar la vida y ser absolutamente rigurosos en la inmisericorde religión del texto.

    La religión del texto, esto es, la religión del verbo. De un lado, el verbo para salvar(nos) de las heridas, y del otro, el verbo compartido hasta altas horas, con propios y con extraños.

     En estos últimos treinta días han ocurrido cosas importantes. No me refiero únicamente a la muerte de Theo Angelopoulos, por la que me obligué a romper un silencio autoimpuesto, silencio que uno ha creído como de anacoreta o de estilita o de cosa similar. Tampoco me refiero a las pruebas de imprenta del último libro que está a punto de llegar al mercado y que tendrá como nombre ya definitivo Apocalipsis pop! El cine de la sociedad del malestar. Quizá me refiero más bien a ese viento gélido que recorre la geografía europea, viento siberiano que muerde los tacones de las señoritas bien y de las señoritas mal, viento que pasa a toda ostia entre los tribunales, los yonkos de enfrente del Clínico que beben vino blanco barato y pillan las colillas que tiran los habituales del 81, viento gélido que se desliza entre piernas sociodemócratas, liberales, pseudocomunistas, piernas zizekeanas o lacanianas que tamborilean sobre aceras que se quiebran y sueñan -ay, siempre sueñan lo mismo las mujeres amadas- con pirarse a otro planeta a ver si hay más suerte. La suerte la llevas dentro, corazón, pero hasta entonces yo me dedico a escribir cosas de Jean-Luc Godard en este rincón del mundo o a seguir llorando -ahora que ya no está de moda- la muerte extraña e injusta del pobre Theo. Theo, cabrón, cómo se te ocurrire morirte antes de terminar la cinta sobre la crisis de Grecia, lo tuyo no tiene nombre.

    El viento siberiano, ya decía. Por ejemplo, el día de la Memoria del Holocausto, la chavalada de la ultraderecha europea se pegó el piro a bailar valses de Viena, que es lo que hacen siempre los animales cuando el mundo se hunde. El vals sin ceniza humana no es lo mismo, es como que pierde. Eso ya lo sabe la chavalada skin que acudía a levantar el brazo derecho en las manifestaciones de las Víctimas del Terrorismo, matando de nuevo y por segunda vez a los demócratas. La chavalda skin anda de enhorabuena porque el frío siberiano es frío-como-de-república-de-Weimar y mientras yo invierto mi tiempo pensando en tus piernas ellos andan preparando la gran fiesta de los pogromos. Y así no se puede. En los pogromos se bailaba mucho vals, entre otros coros y danzas nacionalistas, porque el débil muerto siempre da un ambiente como de verbena, un ambiente de gulag. El débil muerto es el spotify gratis de la Historia.

   El viento siberiano es un aleteo del ángel de Benjamin. El viento siberiano derriba puertas, ventanas, primarias, moncloas, monarquías, aeropuertos, universidades. Del viento siberiano, los únicos que lo saben realmente todo, son los cuerpos desgarrados que se hacinan en los portones gélidos de la justicia como se hacinaban los ancianos en El proceso según Orson Welles.

1 comentario:

Lluís Bosch dijo...

Des de que la prensa nos bombardeó con sus perífrasis y juegos de palabras a partir del "frío siberiano" esperaba leer algo así.