20.12.14

LISTAS 2013/2014 (II): Mejores discos

(Viene de aquí)

10 - Sidonie - Sierra y Canadá
    Recuerdo a la perfección dónde estaba la primera vez que escuché Sierra y Canadá, el single adelanto del elepé homónimo. Llovía y había sido melocotonazo apadrinado de Hoy empieza todo. Después de un mes de espera, esta especie de proyecto casi-conceptual se confirmó como un pedazo de disco de escuchar en bucle, de esas rara avis en las que no hace falta saltarse el-tema-de-mierda-que-molesta-en-mitad-de-la-cara-b. Por cierto, ojo a Hiroshima, Mi amor, quizá una de las baladas más deslumbrantemente sencillas y conmovedoras del indie español. No había visto un final semejante en un disco patrio desde el Vete con cuidado que cerraba Avería y Redención. Y de eso hace ya más de un lustro.



09 - London Grammar - If you wait

    Hay discos que se colonizan con paciencia, que hablan de universos extrañísimos que deben ser descifrados precisamente desde la mirada del turista curioso. Todos sabemos que London Grammar no sería nada sin Florence + The Machine, También sabemos cuál es la mayor de sus carencias: la falta de levedad, esa plomiza aura de seriedad que atraviesa todas sus piezas. Sin embargo, If you wait es un disco agradecido, que conoce sus márgenes y los integra sin tener que forzar ninguna pose. Es una propuesta extrañamente ajena a cualquier intento de domesticación, autónoma hasta lo sorprendente. Por eso es fácil volver a escuchar ciertos pasajes, y por eso sorprenden siempre tanto los remixes y las reinterpretaciones: se trata de un medido espacio de experimentación.



08 - Anoushka Shankar - Traces of you

    Algún día tendré que escribir un posts sobre los elepés de duelo, uno de los géneros menos pensados de la música contemporánea. Discos que giran en torno a la muerte, que reflexionan sobre la ausencia de un ser querido y que, de alguna manera, se convierten en un potente mausoleo sonoro. Anoushka ha vivido siempre a la sombra de su padre Ravi y de su hermanastra Norah Jones, y sin embargo, hay algo en este plástico que les supera y les fusiona a ambos. The sun won´t set, por ejemplo, es la fusión más perfecta de pop y sitar que escuchábamos desde Harrison, una especie de pórtico fúnebre delicioso. Lo mismo se puede decir de Indian Summer, el tercer corte de la cara a, un auténtico crescendo monumental que parece elevarse más y más en cada compás. Si ustedes me permiten decirlo, la Deutsche Grammophon edita cada año mejor.



07 - The national - Trouble will find me

    Me costó entrar en Trouble will find me. Los extraños ritmos de la percusión de I should live in salt y Demons me descolocaron, el trallazo de Sea of love se me hacía ingobernable. Sin embargo, tras verles en directo, comprendí que era yo el que estaba escuchando mal el elepé, que lo estaba intentando domesticar cuando todo era una cuestión de fuego y rabia. De pronto comprendí también que muchas de las cosas que había experimentado en los últimos meses estaban colapsadas en la forma de Fireproof y de I need my girl: esas dos canciones me pertenecían, me conocían en lo íntimo, me miraban fijamente. A partir de ahí, mi relación con la música del grupo ha ido creciendo, convirtiéndose en una referencia casi constante. Y por otra parte... ¿no les parece que la portada es maravillosa?


06 - Oso Leone - Mokragora

    De nuevo, un disco patrio. El primer plástico de Oso Leone era un pedazo de propuesta a bocajarro. Su segundo disparo ha sido mucho más contundente y se ha internado en un territorio todavía más estimulante. Ya se ha escrito mucho sobre su uso del silencio y su capacidad para generar una atmósfera única. A mi me gustaría añadir algo más a propósito de su sinceridad y la inteligencia con la que han ordenado sus intenciones. Están creando un sonido único que además atraviesa al que lo escucha y amenaza con convertirse en una referencia de la historia del pop español. Alçaria, por ejemplo, es una de esas canciones que, escuchadas en directo y en una buena atmósfera, ponen sobre el tapete que en la actualidad, simple y llanamente, nadie está llegando tan lejos en este país.

05 - Lavinia Meijer - Passaggio

    Voy a empezar diciendo una barbaridad. Creo que la interpretación que la Meijer realizó hace unos años sobre las Metamorphosis de Glass es todavía mejor que la original. De hecho, creo que la reina del arpa ha iniciado un proceso de relectura de una cierta música contemporánea en la que el proyecto de Einaudi no es apenas sino un segundo o un tercer paso. Meijer amenazaba con convertirse en una de esas horribles intérpretes que masacraban a Bach o a Haendel en versiones soft para hilos musicales. De pronto parece haberse zafado de todo eso para hacer realmente que su instrumento sea testigo de los temblores de un paisaje sonoro que pertenece únicamente a nuestro tiempo, a nuestro lugar. Extrae una hermosura impresionante en cada uno de los detalles de Einaudi, piensa con inteligencia cada fragmento, destila elegancia, sobriedad y rigor a partes iguales.

04 - St. Vincent - St. Vincent

    Ustedes ya lo saben: estoy profundamente enamorado de St. Vincent. Cada vez que la he visto en directo me ha parecido asistir a una suerte de rito ancestral, sexual, tremendamente poderoso y excitante. En sus anteriores trabajos parecía una niña adorable poseída por una guitarra eléctrica. En su último disco, la niña se ha convertido en una suerte de diosa alienígena entre la frigidez y el exorcismo más violento. Algo se ha roto en el interior de Annie Clark y ha devenido en furia femenina imparable. ¿De dónde ha salido su nuevo sonido? ¿Qué clase de terror traumático la llevó a convertir sus giras en pequeñas performances terribles, robóticas, apocalípticas? Cada vez que la diosa/St. Vicent rasguea la guitarra o pega berridos frente al micro parece que el mundo está a punto de rasgarse por la mitad, y lo que es mejor, nos hace desearlo. Un disco que es, en cierta manera, el punto de encuentro entre el zeitgeist y nuestro deseo.


03 - Alt-J - This is all yours

    Como ocurre con el siguiente elepé, This is all yours es uno de esos discos que parecía que iba a arrasar en los Tops del 2014 y que luego, quizá por miedito crítico o por envidia o por incomprensión, se ha quedado extrañamente reducido a la nada. Sin embargo, su capacidad para proponer escenas sugerentes y surrealistas, la delicada manera en la que fagocita tradiciones y las pasa por su turmix de moderneo descarado convierten esto en una suerte de Crítica de la Razón Hipster. No es para menos: Miley Cyrus y extrañas referencias japonesas comparten espacio en una suerte de jardín zen del siglo XXII. Un tema como Hunger of the pine puede, por derecho, inscribirse en lo mejor del 2014 con creces.


02 - The Black Keys - Turn Blue

    Si antes hablaba de los discos de duelo, ahora me saco de la manga otra etiqueta todavía mejor: los discos de crisis. Discos oscurecidos, hostiles, discos de que-te-den-por-culo, discos-angustia. The Black Keys solían gustar a todo el mundo porque eran inocentes y su música podía ser coreada por grandes estadios sin que nadie entrara en pánico. Turn Blue ha sido otra cosa bien distinta: la crónica de un divorcio, de una declaración de odio, de un desgarro. No es un disco amable, ni tiene apenas luz, por mucho que parezca que sus canciones pueden sonar de fondo en cualquier fiesta de gafapastas como el que esto suscribe. En realidad -tómese como ejemplo las apoteósicas Weight of Love y In our Prime-, los temas de este plástico se escuchan mucho mejor en solitario, entrada la noche, con los puños apretados. No es de extrañar que la crítica internacional lo quisiera lanzar a la hoguera: hay demasiado dolor ahí dentro como para no comprometerse con lo que queda planteado.


01 - Arcade Fire - Reflektor

    Tomo aire.
    Una simple anécdota. Reflektor fue un disco capaz de hacerme escribir poesía después de prácticamente cinco años sin haber hilado un verso. Ocurrió sin poder controlarlo: me senté delante del ordenador, abrí un fichero en blanco al que bauticé como ORFEO.doc y me puse a escribir. Una página, otra página, toda la rabia. Creo de aquello salió algo bueno, pero francamente, siento un pánico visceral de enseñárselo a nadie.
(Por otra parte, ya saben lo que decía Lacan sobre las cartas y su destino)
     Sé que Reflektor no es el mejor disco de Arcade Fire. No comparto la producción de James Murphy, hay temas flojos. Pero joder: tiene canciones que son simplemente necesarias, canciones que no he podido dejar de escuchar en estos dos años y que me acompañan siempre que escribo, o que conduzco, o que pienso: Reflektor, Normal Person, Joan of Arc, Afterlife. Tengo fragmentos de ciertas letras diseminados en artículos de investigación, conferencias, críticas. De alguna manera, me ha ayudado a pensar, me ha invitado a volver al cine de Marcel Camus para maravillarme, me ha dado cosas importantes.
    Claro que no es Funeral ni tiene un tema como Wake Up. Pero es una pieza valiente, contradictoria, exhibicionista, divertida, un existencialismo de carnaval, una heroicidad de chichinabo, una alegre celebración de la vida en el horizonte de la muerte. Y eso, en cierta medida, es todo lo que a veces se necesita para empezar a levantar un pensamiento.


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