28.8.04

3x3 ojos (Sazan aizu, 1991)


3x3 ojos

3x3 ojos, 1991 - Yuzo Takada

Quizá pueda justificar la incursión de esta cinta defendiendo los lejanos días de mi adolescencia, cuando el Manga desembocó por la puerta grande de nuestra piel de toro. Huelga decir que la pionera (apartando fenómenos de la talla de Bola de Dragón o Dr. Slump) fue la excelente Akira de Katsuhiro Otomo... todavía recuerdo que la pusieron durante varias semanas en el madrileño Cine Benlliure ante la sopresa de unos y la incredulidad de otros. Pues bien, entre la remesa que Manga Films (y Editorial Planeta en su edición de papel) pusieron en nuestras manos, estaba esta pequeña joya en la que se mezclaban todos los ingrendientes de las grandes sagas de aventuras: un protagonista con carisma, una chica guapa, malos muy malos, ritmo trepidante y una propia mitología de sombras y luces de lo más diverso.
3x3 Ojos no es el mejor manga editado en nuestro país, ni el más seguido (volvemos a los manejos de Papá Toriyama o de Masamune Shirow, por poner dos ejemplos punteros), pero es el que más dijo a aquel niño que todavía no era hombre, aquel al que vuelvo las tardes de dudas, cuando el peso del pasado todavía incordia lo suficiente como para recordarte que un día tuviste el alma necesaria para soñar, para creer en lo expuesto sobre la pantalla. Es una de las últimas banderas de la inocencia, y por eso quizá me permitirán que hoy la defienda desde ese rincón del corazón que reservamos para el cine que no ha de volver.
Quizá porque debo confesar que me enamoré un poco de Pai (la chica guapa de la que hablábamos antes) y jamás entré en razón al pensar que ni siquiera era una realidad enmascarada en tinta y fotogramas. Quizá porque en la vida real nunca encontramos el vértigo, los sueños y la tristeza que estos OVA´s ponían entre nuestros dedos. Quizá porque el protagonista, el valiente Yakumo Fujii se parecía demasiado al alter ego que todos los niños hemos soñado ser alguna vez, ese que pasa de la nada al todo, que lucha por encontrarse entre excitantes persecuciones y vertiginosos tiroteos, el mismo que jamás tendría que mirar por los cristales del colegio ni suspirar por las mujeres de verdad. Las mismas que, por otra parte, jamás comprenderían el éxtasis del vencedor, la auténtica mirada de triunfo cuando, al terminar el último OVA (final abierto, la serie no se distribuyó entera en nuestro país), apagábamos el video y volvíamos a las ecuaciones del exámen del día siguiente.
Supongo que todos hemos sido alguna vez lo suficientemente ingenuos como para enamorarnos de utopías de papel y tinta, o para esperar mes a mes el siguiente tomo que desvelara cómo asesinaban al villano más perverso, o quizá recortando las magníficas ilustraciones que servían de portada para forrar nuestras carpetas, y también, para forrar un poco de nuestra filosofía. La que afirma que la verdadera aventura no se puede vivir entre malas calificaciones, partidos de fútbol y bocadillos envueltos en papel de plata. Stephen King dijo en una ocasión que la adolescencia es el momento más doloroso y terrorífico de cada existencia. Puede que, después de todo, estuviera equivocado y nuestra verdadera adolescencia no se viviera del todo en las calles vacías, los primeros botellones y las últimas chicas. Puede que, después de todo, nuestra verdadera adolescencia fuera la de la pantalla de cine. Que no es poco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un gran homenaje a esta serie. Comparto en gran medida el sentimiento.