16.5.13

Phil Spector + Al Pacino + David Mamet + HBO


   Ayer se emitió en Canal+ por primera vez en España la TVMovie Phil Spector. Desconozco cuál fue la calidad de la traducción y del doblaje, ya que tuve la oportunidad de verla hace unas semanas gracias a la copia oficial torrentiana que se distribuía de tapadillo por las charcuterías de la cinefilia. Mentiría si dijera que no tenía ganas de hincarle el diente al niño de Mamet, que por lo demás, venía precedido de una moderada polémica.

   Ahora bien, Phil Spector no deja de ser una propuesta cojitranca de un director en horas bajas. Mamet se desplomó del caballo progresista y publicó en Newsweek una afilada crítica contra la izquierda norteamericana. En paralelo, se desplomó también creativamente con dos de sus más sonados fracasos: aquel sindiós infumable titulado Cinturón Rojo y el derrape de su obra de teatro The anarchist. No es de extrañar que se sintiera atraído por la figura de Spector: maestro de la caída libre, fanático de las armas, profeta pasado de moda que vaga como un fantasma por una mansión deshabitada... Mamet y Spector son dos caras de la misma moneda, ideológica y artística.

    La vida tiene un sentido del humor profundamente amargo. Spector comenzó a soñar con un biopic sobre su vida desde finales de los sesenta, y el proyecto pasó durante más de tres décadas por todo tipo de directores y guionistas con una única condición: Al Pacino debía ser el protagonista. Mientras Ronnie Spector le pegaba a la botella y vomitaba escaleras abajo, su marido se encerraba y veía una y otra vez El Padrino. I love how you love me, y tal. La cinta nunca llegó a rodarse porque los guionistas, simple y llanamente, nunca supieron cerrar la historia. Spector, después del Imagine, se hundió en la más absoluta de las miserias. Acuciado por la locura, despreciado por las discográficas, con su Muro de Sonido pasado de moda, Lennon muerto, Ronnie denunciándole, su hijo biológico muerto, su hijo adoptivo muerto de SIDA tras trabajar de chapero en LA... ¿Dónde terminaba la película? ¿Cuál era la última frase del guión?

    Finalmente, en 2013 se estrena Phil Spector y Mamet no esconde sus cartas. Su hermano íntimo en el fracaso y en la pólvora es inocente. Cumple una condena por un homicidio que no cometió. Se inmoló de cara a la opinión pública como única salida para encarar una locura imposible de contener. El sistema judicial norteamericano está podrido hasta la médula. Noventa minutos de hagiografía de Spector, pero sin un maldito truco visual que conecte música y locura. Noventa minutos sin vida.

    Para contar la historia de Spector hubiera sido necesaria una mirada fílmica que conociera con precisión las conexiones que se establecen entre cultura pop y enfermedad mental. La de Anton Corbijn, por ejemplo. O la de Michael Winterbottom. Una mirada capaz de explicar cómo late el corazón de un títere que se asfixia con sus propios hilos, que hable de la incapacidad del amor, de la incapacidad de la paz, de ese crujido que emite el disco de vinilo antes de que comience la guerra. Hubiera sido necesario emocionarse, reinventar a Spector para arrojarlo con toda la furia posible contra el tapiz del pop contemporáneo, recordar cómo le humillaron Starsailor y Celine Dion, reformular su soledad, y finalmente, absolverle de su mayor crimen: haber existido y habernos ofrecido todo lo que tenía dentro como una bellísima mentira. Nunca le perdonaremos a Spector que nos besara con esa sonrisa podrida de sangre y vísceras -You know I will adore you till eternity-, ya que en el fondo la vida de Lana Clarkson y su dentadura desparramada por el salón nos importa un huevo. El dolor es otro. La película de Mamet debería haber sido otra.

    Pero Mamet fracasa. Al Pacino fracaso. La propia música fracasa. Y al hacerlo, fracasa también el cine mismo en su posibilidad de llegar a la verdad que nos espera en el siglo XXI. Títeres asfixiados, genios carcomidos, señoritas que iban para actrices asesinadas, un Arcángel pegándole al crack en la parte de atrás de una jukebox, aquellas canciones, aquellas canciones, aquellas canciones llenas de polvo, de noche, de sangre, de mierda, de pólvora. De dolor.

No hay comentarios: