31.3.12

Apología de Lana del Rey


   El pánico es un factor extraño en el panorama crítico, especialmente entre las filas de los últimos dinosaurios de la alta cultura. Como ya se sabe, cada vez que un hype se cuela de tapadillo y derrumba las barreras de lo académicamente permisible -y lo académico no es únicamente lo universitario-, cunde el pánico entre los sacerdotes y los fariseos, que corren a rasgarse las vestiduras. Es curioso que declarados fans de David Bowie, por poner un ejemplo, desprecien a la lánguida electrónica -la expresión se la debo a mi maestro Angel María García Martiartu- acusándola de producto comercial, de falta de honestidad, de puro simulacro. Y digo que es curioso porque suelen olvidar que el gigante glam prendió fuego a los setenta desde la mascarada, la falsificación y la pose impostada. Pero -ya escucho los aullidos de rabia-, Lana del Rey es una treta, un espejismo, un subterfugio, y su simple nombre debería ser borrado de las columnas de los templos pop.

    Dicho esto.

    Dicho esto, hace unos días la escritora Olvido Andújar me acusó, muy pertinentemente, de cambiar mis intereses siempre hacia las tontilocas, las kalandrakas, las niñas del polígono y el coche tuneado. Así soy yo, pertinentemente enamorado de las techno-walkirias de la periferia que se masturban con consoladores de neón y después se abren la cabeza con exquisita frivolidad en el párking de la Fabrik a botellazo limpio. Dios las bendiga, esa legión de cuerpos casi perfectos, incensados de bótox y perfume barato, tan lúbricas e inútiles que uno casi se siente tentado de utilizar sus pendientes de aro como llavero y llevarlas en el bolsillo ceñido de los vaqueros, escuchar sus interminables monólogos parcos en frases subordinadas y saturados de nano, mazo, tronco, loco. Dulces analfabetas que se retratan frente al espejo en una pose torpemente seductora y mefistofélica, carne y lencería de embarazo no deseado, moradoras del Bershka, isoldas de tuenti y baratillo que despiertan los domingos con el pozo oliendo a los fluidos de varios lobos alpha y la nariz irritada de existencialismo espídico.

    Mis technosacerdotisas necesitaban una diosa, frívola y vulgar, mala poetisa, irresistible. Lo que la alta cultura no está dispuesta a tolerar es que los gafapastas adoptemos con una mueca de fascinación aquello que no existe, una musa-araña de pueblo recauchutada de sampler, con unos arreglos de cuerda que te caes de culo y unas letras que -aparentemente, al menos- parecen extraídas de un concurso poético en Móstoles de tercero de la ESO. En el momento en el que un gafapasta se arrodilla ante el altar desquiciado de Lana del Rey se confirma como traidor, expatriado, marcado por el beso de Caín de esos labios de granjera de Arkansas retro-futurista. Ovacionar a aburridos folk-cantautores con barba y camisa de cuadros que tocan el ukelele, reivindicar el último coñazo insufrible de Björk o asegurar que hay algo de nuevo en el enésimo clon de Joy Division, por ahí se puede pasar. Pero Lana del Rey no. Lana del Rey -dicen ellos- es la pesadilla del feminismo, la pesadilla de la poesía pop, el triunfo de la voluntad en su forma kitsch.

     Como diría Makinavaja: Po bueno, po fale, po m´alegro.

     La libertad que nos otorgó la explosión del Afterpop, la libertad absoluta de no deberle un duro a nadie y escuchar -según venga la cosa- a Ismael Serrano o a Ravi Shankar, la libertad de pasar por encima de las etiquetas. La libertad de conquistar la música es algo que nos ha costado años, por encima de las radiofórmulas y el elitismo incomprensible. Por encima de nosotros mismos, ante todo. Sólo desde ahí debemos afirmar que Lana del Rey es inquietantemente divertida, brutalmente incorrecta, incomprensiblemente conmovedora. El crescendo que cierra This is what make us girls -oda profundísima a la imbecilidad adolescente, páginas de un diario femenino descompuesto y banal que todo heterosexual debería estudiar detenidamente-, la potencia sonora de Born to die o esa descacharrante canción protesta (¿?) titulada National Anthem ya convierten el disco entero en un pequeño prodigio. Por poner un ejemplo, el temazo Dark Paradise es una lección de fantasía, psicoanálisis de andar por casa, masoquismo aplicado y buen hacer. Mi propia pulsión durante los últimos meses ha ido girando como un tiovivo demente en torno a su letra. Cosa que no ha ocurrido con, pongamos por caso, toda esa lista de imprescindibles que nos endilgaron los guardianes del oráculo a finales de 2011 - ¡los 100 mejores discos que todo buen moderno debe reivindicar: desde el trash vasco más radical hasta un grupo de granjeros de Oklahoma que versionan a Woody Guthrie con violines desafinados!

     Nunca me he considerado un melómano. Soy un tipo que esquiva las hostias que le da la vida aferrado a un mp3. Pero puedo decirles algo: desde que comprendí lo absolutamente imbécil que era la frontera entre alta y baja cultura -algo así como una teoría racial de los textos buenos y los textos malos-, me sentí absolutamente libre para no tener que pagar las facturas culturales de nadie. Que no nos falte American Horror Story, Los mercenarios, el cine de Jia Zhang-ke, el segundo movimiento de la séptima de Beethoven, el anuncio de los cristales gratuitos, Milk Inc., Matt Elliott. Que no nos falte Lana del Rey y su ser-acné y ser-ReXuLoNa (ReXuLoNa-en-sí y ReXuLoNa-para-sí). De lo contrario, igual a las malas nos convertimos en unos gilipollas talibanes incapaces de sumergirnos en el verdadero océano de este occidente herido de muerte en el que vivimos. Igual en nombre de la Ley perdemos la alegría, la sinceridad, el optimismo... y si me apuran, hasta la autenticidad que tanto dicen los que saben que Lana no tiene.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno tu post. Lana me tiene fascinada. Hasta pienso hacer mi tesis sobre ella. Me encanta la ironía y el simbolismo de sus canciones. Me pregunto si estará consciente del contenido psicoanalítico de sus letras...

Anónimo dijo...

Bueno, aquí una versión desafinada de Lana del Rey - Blue Jeans.
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=OUGiCMt9fPI