30.8.11

Instagram, Mytubo y otros fantasmas tecnológicos

(Una futura usuaria de Instagram)

Un fantasma recorre el mundo tecnológico. El fantasma postmoderno de la nostalgia, el tiempo pasado, la mirada perdida. Desde que me he incorporado al universo Android, he descubierto la impresionante tirada que lo low-fi despierta en centenares de usuarios: la portada de la Rockdeluxe del mes pasado estaba tratada como si se tratara de un viejo retrato setentero, los precios de los vinilos se han triplicado en los últimos doce meses, y por supuesto, casi todo el mundo con cierto gusto estético "indie" prefiere utilizar el bendito Instagram o el Mytubo antes que las propias aplicaciones que incorporan los Smartphones.

Esto me genera una sensación extraña como usuario, una cierta incomprensión ante ese malestar tecnológico que los sujetos afirman padecer y que, para qué negarlo, está empezando a salpicar el rostro amable de los paraísos hi-tech. Los maltratadores se despiden de sus víctimas en los tablones de Tuenti, el bendito cine en 3D nos aburre o nos provoca dolores de cabeza, los 5 mpx de mi cámara se reducen a una resolución 400x400 de purísimo tacto gafapasta.

El problema, por supuesto, es la vacuidad de la mirada. Con Instagram/Mytubo está pasando como cuando a las niñas bien de la periferia les entró la perra con la reflex y se gastaban un pastón para acabar haciéndose fotos en modo manual delante del espejo. La mirada está vacía, pero Instagram lo traduce en un cierto placer retro, algo así como una corrección estética de manual. La ideología, la sistemática de trabajo que acompañaba a los verdaderos artistas de la Lomo o de la Polaroid estalla en mil pedazos en el momento en el que un sosipavo/una sosipava reproduce masiva e indiscriminadamente todos sus trabajos con el mismo filtro, una y otra vez, como una pesadilla que en breve nos parecerá intolerablemente kitsch.

¿Por qué el Low-fi? ¿En qué momento descubrimos que los cds eran el timo de la estampita y nos pasamos a esos caros, flamantes, deliciosos vinilos? ¿Acaso alguien conoce una sensación más derrotista, hoy en día, que volver a mirar todos esos cds originales que compraste antes de Napster, todo ese magma de música que hoy se descarga con un gesto frágil de cualquier servidor? ¿No ejemplifica como nadie la inexistencia del Capital toda esa belleza que ahora se nos antoja, efímera, mal pagada? Hasta el dinero gastado en tabaco de los exfumadores parece mejor invertido.

Con lo que Instagram es la enésima demostración de que el nuestro es un tiempo sin tiempo, una estética sin estética, un sistema social nostálgico sin ideología posible. El revival del Instagram es la constatación de que nos encanta tener la cámara más potente para mirarla con ojos de besugo y preferir que otro realice el esfuerzo sufremo de pensar la mirada. Pensar la mirada a estas alturas, no jodas.

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