1.9.11

"Space Oddity" para niños

  
Como bien saben mis lectores habituales, uno de mis proyectos más ansiados es la paternidad. Todavía me quedan algunos años, pero mientras tanto voy coleccionando iconos del pop, rarezas del pensamiento adaptadas para niños, pequeños fetiches que me permitirán no sentirme culpable en el hipotético caso de que algún día entre en la habitación de mi vástago y me lo encuentre leyendo a Isabel Allende, escuchando a Justin Bieber o descargándose la última entrega de The Fast and the Furious. Si eso ocurre, pensaré que no ha sido culpa mía, que su padre no ha escatimado en esfuerzos para impedirle ser víctima de un ambiente malsano. Suelo discutirlo a menudo con Santa Juana de los Mataderos, y ella siempre utiliza los mejores resortes femeninos para intentar deshacer el nudo godiarno del gafapasta: No, a tu hijo, hagas lo que hagas, no le gustará Jean-Luc Godard.

   Pero yo no me rindo. Ni me rendiré. Por eso colecciono peluches de Freud, recopilatorios de Pink Floyd adaptados para niños, baberitos de los Sex Pistols y otros pequeños amuletos. Lo que hoy les ofrezco como regalo es una maravilla que he encontrado vía Popped Culture: la adaptación ilustrada del Space Oddity, ese sueño terrorífico mayor de mi siempre adorado David Bowie, ay, el Space Oddity para niños, cunitas que vuelen en el espacio sideral al grito de Planet Earth is blue and there´s nothing I can do...

    Y ustedes me dirán, con razón, que Space Oddity acaba como el rosario de la aurora, y que Bowie es un icono distópico, y que por qué, ya puestos, no le busco la versión infantil de A serbian film o le imprimo un mantelito de Irreversible para que vomite a gusto sus primeras papillas, o le leo La náusea antes de ir a dormir con gesto y voz de inmenso cariño. Ustedes me dirán que los niños de hoy suficiente tienen con la buena de Dora exploradora, con el bueno de Bob Esponja, o a las malas, con los Gormiti. Pero el universo, amigos, está mal diseñado, y si se dan una vuelta por los parques del centro descubrirán que no quieren que sus hijos sean de esos. Ustedes quieren algo especial, yo quiero algo especial, y para empezar, nada como el bueno del Major Tom explotando en miles de pedazos arropado por uno de esos saxos inmejorables del pop.

   No me den las gracias. Entre todos crearemos una generación que pueda enfrentarse al Apocalipsis, el cambio climático, la invasión islámica o la hecatombe zombie con la seriedad, el cariño y la humildad que nosotros no tenemos. No, no me den las gracias.

(El autor, por cierto, es el fabuloso Andrew Kolb. Pueden encontrar su web aquí, y la versión completa del cómic de Bowie, aquí)

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