"La vida de la dialéctica es el continuo movimiento hacia los opuestos. La humanidad acabará hallando la perdición. Cuando los teólogos hablan del Día del Juicio Final, son pesimistas y aterrorizan al pueblo. Nosotros decimos que el final de la humanidad producirá algo más avanzado que la humanidad"
(Mao; Sobre la práctica y la contradicción)
La camarada Shakira, experta en biopolítica y en situacionismo, nos deseó nada menos que en Jerusalem hace unos meses "un mundo como el Barça (...) para ganar el partido contra la discriminación". Nosotros (Dios y yo, of course) , Tribunal Oficioso de Ninguna Verdad, afirmamos lo siguiente:
01. Que ya no basta con defender a Shakira basándose en sus dos primeros trabajos -para el mercado internacional, claro- como si durante cuatro o cinco años la cantante hubiera tenido una suerte de inspiración pre-revolucionaria y en temas como Pies descalzos o Ciega, sordomuda hubiera abierto esa brecha del pensamiento latino-denuncia social que hasta el momento portaban las luminarias de Maná y Ricardo Arjona. Ahora, compañeros, es el momento de decirlo claro: los dos primeros discos de Shakira también fueron una estafa. No permitáis que vuestras novias los defiendan: es prioritario que pongamos de manifiesto el ridículo de versos como pedazo de cuero, no vuelvas nunca más o no te importó un pepino tu destino. Hay que decirlo claro: objetivamente, como poesía revolucionaria, son una mierda.
02. Una voz disiente al fondo de la sala y pregunta qué vamos a hacer con Octavo día, objetivamente hablando, la cima filosófica y musical de la intérprete. Ciertamente, la conservaremos como teodicea postmoderna y propondremos que suene antes de cada acto de Democracia Catalana.
03. Compañeros militantes, hay que entender a Shakira como el patito feo que se operó, se retocó y se convirtió en espectáculo puro y duro, quizá aterrorizada o acongojada ante las geografías desmesuradas de sus competidoras de la SONY y de VALE Music. De hecho, la canción Suerte -todo el disco Servicio de Lavandería, probablemente- es el equivalente musical a una liposucción/implante de pecho. El verso Suerte que mis pechos sean pequeños y no los confundas con montañas sólo puede ser considerado como un ejercicio de falsa modestia destinado a generar una estúpida y peligrosa empatía con el público femenino. Todo el mundo sabe que el mayor acto subversivo y feminista de Lisbeth Salander fue ponerse tetas, esto es, sentirse bien con su cuerpo como mujer. Esto es, dar un paso hacia la construcción del deseo fantasmático masculino mayoritario.
04. La falta de escrúpulos musicales ha llevado a nuestra camarada a fusilar sin el menor reparo cualquier estilo de moda. Su Reagetton para Grandes Públicos -La tortura, absoluta honestidad en el título- fue descafeinado hasta el punto de no contar con los elementos distópicos, salvajes y políticamente incorrectos que habían popularizado El Chombo, Looney Toones o Daddy Yankee. Lo que antes era una música (de mierda) surgida de los suburbios y los cubos de basura de ciertas sub-subculturas, se convirtió en alegre producto de consumo rápido para pistas de baile, a gusto de todos. De hecho, se confirmaron las artes taumatúrgicas de la cantante colombiana, al resucitar (¿¿??) a un largamente fallecido Alejandro Sanz, héroe acné en horas bajas más conocido por sus twitts y por su simpatía derechista que por sus últimas canciones. Alejandro, aunque nadie lo sepa, aspira en secreto al Trono-Indasec de Julito Iglesias.
05. Desde entonces, nuestra camarada Shakira ha generado una sabia carrera económico/musical basada en dos grandes estrategias: poner cachondo al personal de mala manera (véase el clip Las de la intución y su desfile fetichista) y convertirse en una reina de papel amarillista en vistas de que en el futuro quizá el bisturí y el gimnasio no solucionen los brutales mordiscos de lo Real. Su penúltima cima fue convertirse en protoídolo de la cara más amable de la globalización con el Waka/Waka, portento surrealista de las rimas forzadas capaz de competir con los mejores tiempos de Pau Donés. La cosa era un poco como lo de Chiquilicuatre, pero con niños africanos que sonríen a cámara, una producción de varios ceros y una cuidadísima mirada opiácea sobre nosotros, pecadores del sistema.
Dicho lo cual...
¿Comprenden por qué vivimos en el peor de los mundos posibles?
5 comentarios:
Discrepo con que vivamos en el peor de los mundos posibles. En ese hipotético "más peor", Shakira (sin trabajo de chapa y pintura) y Rosa (de España) llevarían del orden de diez discos platino con su versión sensual del "Happy birthday" que cantaron a Mario Vaquerizo en su cuarta legislatura como presidente de la Tercera República.
Quiero pensar que el señor Capitán Moroko ha introducido en su distopía la Tercera República por gusto personal y no (como puede dar a entender el comentario) por ser otra enésima exaltación de la estupidez humana. Diría muy poco a su favor, si fuera así.
En cuanto a la entrada, pienso que las únicas personas que están pendientes de la visión político-social de Shakira son precísamente las mismas que no dedican al tema más de un minuto al mes (y pillándome los dedos). Todos los demás leemos sus declaraciones y entendemos lo que es: las happy-palabras que todos quieren oir de una famoseta en una situación fea para poder seguir comprando-viendo-babeando sus productos sin ningún recargo de conciencia. Nadie va a las palabras de Shakira a buscar consejo, sino a ver si dice alguna burrada.
Señor Ethos: Por lo que conozco a Mr. Moroko, le aseguro que dista mucho de ser un monárquico convencido. Sin embargo, creo que su mención a la Tercera República tiene un tonillo a mala leche/doblez ideológico que sólo puedo agradecer y disfrutar como lo que es: una bufonada sangrante. ¡Viva la Hermenéutica!
Y, por supuesto, nadie se toma en serio a Shakira. Ella misma se ha encargado de ello. Sin embargo, es un icono pop muy jugoso al que apenas se le mete caña en la prensa -comparada con, pongamos por caso, otras luminarias de la postmo como Lady Gaga o Britney Spears. Hay que reivindicar a Shakira como punching ball latino.
Mi comentario no tenía más afán que presentar una ucronía descarnada y descabellada. Desde luego, si Mario Vaquerizo fuera presidente de la República, yo me haría furibundo monárquico (de nuevo, en el contexto de esta ucronía absurda, por dejarlo claro y que no se preste a interpretaciones más o menos enrevesadas).
Si el sr. Ethos se ha sentido realmente* ofendido de alguna manera por este comentario chorra, diría muy poco de de su comprensión simbólica y/o sentido del humor.
Por cierto: soy republicano. En serio, palabrita del niño Jesús (por si acaso, soy partidario de la separación Iglesia-Estado).
* Advertencia: el uso de esta palabra no implica proselitismo monárquico alguno.
Ok, entendido. Perdónenme el tonillo seriote, pero tanto hilar fino las gracias acaba uno por confundirle (más cuando Aaron sabe ponerse grave y apocalíptico si quiere). Me gusta lo del Punching Ball latino, aunque si pican más a las otras mencionadas es porque remueven más el fango (la una consciente y la otra inconscientemente). Pero vamos, que no voy a ser yo el que te prive de críticar ese jugoso titular que dejó para la posteridad la mente lúcida de Shakira (a mí también me gotearía el colmillo).
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