lo confieso: no
tengo esperanza.
los ciegos hablan de una salida. yo
veo
(bertolt brecht)
Los popes de la cultura 2.0 andan hoy felicitándose por el triunfo de esa marcha popular, populista y populera surgida al calor de las redes sociales y que -según dicen- se cristalizó ayer en una hermosísima concentración nacional para propios y extraños, con sus correspondientes cánticos, zarabandas y banderas de la república. Los popes de la cultura 2.0 hablan de una salida, y de #nolesvotes, de igual manera que en la Cahiers hablan de las revoluciones en el mundo árabe.
(Por cierto: ¿alguien sabe qué pasa en Libia desde hace 15 días? O mejor dicho, ¿a alguien le sigue importando en Occidente?)
Zizek lo dijo muy claro: la víctima no tiene más remedio que ser víctima y lanzarse con toda su furia contra el enemigo. La indignación, la desesperación, la rabia no tienen nada que ver con una cuenta en Twitter, aunque eso nos tranquilice. La revolución debe ser flamígera y apocalíptica, o no puede ser. "Democracia real", afirman, pero no entienden que para que la democracia real funcione, lo primero que habría que hacer sería descabezar con un grito nietzscheano de júbilo la cabeza de los banqueros, los programadores de televisión, los periodistas de los medios mayoritarios que se negaron a cubrir la noticia, los líderes de los partidos políticos, los miembros de la Audiencia Nacional, y así hasta el infinito. Lo dijo el Ché Guevara: "La verdadera revolución tiene sustento de sangre", y joder, parece mentira que sigamos sin tomarnos muy en serio sus palabras. El sustento de sangre -esto es, el mono desquiciado que abría "2001"- termina en Brecht y termina en la víctima, y termina en los líderes de la movida 2.0 decapitados también. Gimme Stalin, and gimme Hiroshima.
Queremos cambios pero sin complicarnos demasiado la cabeza. Queremos cambios porque bajo la máscara de Anynomous tenemos una cara de gilipollas de manual.
Pero no confundamos los conceptos: la cara de gilipollas nos la hemos ganado a pulso. Nos la ganamos cuando escuchamos las cintas de las Spice, cuando fuimos a las discotecas a escuchar música de mierda porque "había tías" -que baila, que bailame-, cuando celebramos pasar de curso casi sin estudiar, cuando leímos libros poco exigentes porque "estábamos tan cansados", cuando pagamos ocho euros por ver la última de "Torrente". La víctima está necesariamente tan desquiciada en su dolor que no entiende "La catedral del mar" si no es como un arma arrojadiza contra algo, contra alguien, contra el responsable.
Pero en fin, protestemos un ratito los domingos en lugar de ir con la parienta a los Kinépolis, y sobre todo, inventémonos un mito revolucionario post68. Los líderes 2.0 hablan de una salida. Y, como dirán muchas de las críticas a este post: "Al menos la gente hace algo, y eso ya es mejor que nada, ¿no?".
1 comentario:
Yo me quedé en mi casa. Juro que me planteé ir, pero en esos llamamientos vía "tienes un evento" olía siempre a infantilismo, a rabieta difusa, a "no-se-por-qué-me-molesta-pero-me-molesta-y-no-quiero-que-me-moleste-así-que-exijo-que-no-me-moleste". Ni una reflexión acerca del problema, ni un intento de solución madura y ponderada. Nada.
Me dio la sensación de que antiguamente se lo curraban más a la hora de levantarse contra las maneras del gobierno, y ni así conseguían nada.
Por eso me quedé en mi casa.
Publicar un comentario