14.5.11

El séptimo sello: Segunda Época


"¿La cultura? Mira cómo se hunde: vamos a filmarlo y lo colgaremos en Youtube, en el canal titulado Avistamiento de grandes pensadores en la catástrofe"
(
Eloy Fernández Porta)

Desde entonces, claro, han ocurrido grandes cosas.
El ruido, la furia, la santidad, Juana de Arco según Dreyer, Occidente en llamas, conciertos de Depeche Mode, borracheras, ansia de libertad, el cadáver de Ben Laden, el Ipad 2, Gianna Michaels, dejar de fumar, volver a fumar, dejar de fumar, Walter Benjamin, Occidente en llamas, la tesis, Ibiza, el relativismo, pasear en silencio por Auschwitz, dejar el teatro, dejar de fumar, dar clases en la Universidad de Miskatonic una buena temporada.
"El espejo" de Tarkovsky comenzaba con un tartamudo que gritaba la cámara en un gesto de desesperación: "¡Puedo hablar!". Tarkovsky se subió a la gran cruz de Occidente y se rompió la garganta de horror e incredulidad ante el eterno retorno de lo mismo. El eterno retorno de lo mismo, por cierto, es que las niñas que ayer se aprendían la coreografía del Papichulo hoy van de escuchar a Robyn y a Kasabian, no me jodas. Tarkovsky buscaba a Dios pero no entendió que Occidente ya es siempre, ahora y para siempre, el recinto del FiB el lunes después de los conciertos. Un basurero pop plagado de condones, trozos de costo, promesas para el año que viene y adolescentes suavemente decepcionados por no haber pillado (sida) con la mujer de sus sueños. El amor, dicen, pero yo sé que mienten.
Han pasado grandes cosas, ya digo.
Me hubiera gustado verte en la fiesta de las ideologías, rollito anticapitalismo-del-G8 pero en plan patrocinado por Apple. Esa es la primera razón por la que he vuelto a mudarme a este barrio, mi amor, porque aquí abajo los yonkis del portal se hacen la cachimba con heroína y Zizek, porque hay manchas de vómito en las escaleras y porque echaba de menos la sensación de poder dormir mientras, a lo lejos, los hijos privilegiados de la burguesía con el pelo a lo Nino Bravo se arrojan contra la promesa del totalitarismo. Mientras zurzo mi camisa parda de horror europeo, quizá quieras escuchar un par de cosas interesantes.
Por mi parte, sombrío-camino-por-el-crepúsculo-color-de-cadáver y con eso tengo suficiente para esta curva del camino. Tenía que ser libre para poder escribirte, corazón, cómo se pudre el tambor milenario del deseo y cómo crepitan los cuerpos de las penúltimas prostitutas del saber en esta hoguera de 2011.
Te prometo hacerlo lo mejor que pueda.
O, tal y cómo está el patio, simplemente te prometo hacerlo.

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