10.9.05

Battiato: El cine que nunca veremos


Battiato: La sombra de la luz

Franco Battiato: El cine que nunca veremos

Uno cree en la vida porque cree en el arte. Piénselo detenidamente. Creo en la existencia porque existen constructores/deconstructores de las letras y los sentimientos. Creo en la existencia porque un día Sartre gritó con rabia aquello de "El infierno son los demás" y lo mandó todo a tomar viento. Creo, y al creer, también existo y también estoy vivo, muriendo poco a poco pero con una sonrisa en los labios. (Siempre es bueno tener sonrisas en los labios en cuanto no es factible tener siempre un sexo femenino en la punta de la lengua).
Hay un tipo de arte sublime, un tipo de creaciones que son como pequeñas muertes herméticas, terroríficas, algo así como un abismo insondable, como un espejo que se negara a reflejar nada en absoluto. Empieza, probablemente, con los tres trágicos griegos y recorre la línea de la historia a través de Valle-Inclán, de Juan Rulfo, del propio Dreyer. Creo firmemente que el único exponente de este "arte sublime self-destruction" que nos hemos topado alguna vez en el universo de la música pop en castellano/italiano ha sido Franco Battiato. Mientras una legión de cantantes nos hablaban del calor del verano, las chicas que nos quieren y lo mucho que te gusta que te besen, de pronto sonaba un estribillo en los 40 principales que decía: "Caminante que buscas la dimensión insondable, la encontrarás al final de tu camino". Os lo juro.
Aquel hombre, aquel dios, llamado Franco Battiato, recorrió sin tregua todo un universo musical bebiendo de la locura mesopotámica, de la cultura sufí, de Bob Dylan. Cantó en Bagdag, compartió escenario con Nanni Moretti para denunciar la situación política italiana, compuso réquiems clásicos y óperas basadas en los mitos fundacionales. Aquel hombre, aquel dios, ha decidido en la última década que quiere hacer cine, como el otro dios (en el que no creo) decide que quiere hacer un tornado en la ciudad del jazz.
Y aquí llega la clave de esta anotación. Se estrena en Venecia la película "Musikanten", dirigida por Franco Battiato y protagonizada, ni más ni menos, que por Alejandro Jodorowsky. Y por si fuera poco, con un guión escrito al alimón con el filósofo Manlio Sgalambro. Tiempo muerto. Un filósofo escribiendo un guión de cine. Menuda catástrofe. Si Will Smith se enterase, ¿qué sería de su ego? Casi puedo escuchar desde aquí las carcajadas de Tarkovski desde la tumba, como si dijera: "Después de todo, no han conseguido acabar con el cine".
Y por otra parte, es más que probable que "Musikanten" no llegue a España. Al igual que no llegó (de manera más o menos palpable, quitando un pase rápido en una filmoteca de Cataluña al que fueron cuatro gatos y el proyeccionista) su ópera prima como director, "Perduto amor". Está en el emule, para curiosos, pero sin ningún tipo de subtítulos. Como casi todo el corpus de Nanni Moretti, por otra parte.
"Musikanten" en Venecia y "Dos chalados y muchas curvas" en los cines de mi barrio. No es factible estrenar una pieza filosófica sobre la vida de Beethoven, pero sí una patochada para rednecks norteamericanos. Como dijo el propio Jodorowsky en la presentación de la película: "El cine es una catástrofe, sólo para niños. El cine americano es un asteroide que está rompiendo nuestra cultura. Lo que hace Battiato es un cometa. Es un cine de autor que ya no existe. Es una maravilla"

2 comentarios:

Su dijo...

Acabo de conocer tu blog y me muero de envidia. Te voy a vincular al mío, a ver si, por ósmosis, se me pega algo...

Anónimo dijo...

Battiato ha publicado el viernes su enesimo disco INNERES AUGE donde arremete contra Berlusconi. Ademas ha rodado otra peli: Niente è come sembra (Nada es lo que parece) y va camino de la cuarta, sobre Haendel y Scarlatti, creo que en la misma onda 'battiatana' de 'Musikanten'. :-)
Gracias por reseñar su filmografia en el blog, realmente quedan muy pocos para apreciar su exquisita música en España porque no vende ni es tan comercial como otros triunfitos que pululan por ahi.
Saludos!! Raquel