(Guapo, ¿buscas compañía?)
(AVISO: Destripo la trama. Un momento... ¿a quién le importa la trama?)
Spiderman, ay, Spiderman está triste. Spiderman llora como una nenaza mientras la Superpop del mes ofrece un poster desplegable del Batman de Nolan, que está buenorro y atormentado, oscurísimo y deseable con la geografía madura e incorruptible del Bale. Spiderman hace el test de la página 38 -¿Eres un superhéroe guay? ¡Descúbrelo en tan sólo 25 preguntas!-, pero le sale la c todo el rato y su habitación de teenager amargado apesta a sacristía post-era-Bush y a impostación. Spiderman quería ser cool, así que se hizo fotógrafo, se perdió en Fuencarral y se lió con una mariquita cubana que servía mojitos en un Loft. Pero ni por esas. Spiderman seguía apestando a pachuli, le salían collares como de Doña Carmen Polo, quería ser un gran científico pero sólo le salía curro de teleoperador de jazztel, donde fingía el acento sudamericano:
- Hola, buenas tardes, me llamo Pedro Párquez, y llamo para ofrecerle una tarifa especial...
- Que no me llames más, hijo de puta, que es la hora de la siesta.
Spiderman, ay, Spiderman, que se compró unas gafas de 3D, olvidando quizá que Batman Begins no se rodó en rotoscópico, básicamente porque no estaba de moda ni le hacía falta. A Spiderman le pegaba un chuloputas llamado Flash, y el pobre se encerraba en su taquilla escuchando temas de Christina Aguilera, ay Gwen, ahora vas a ver salir el genio de la botella.
(Ejemplo de MAL GUIÓN: Gwen, por alguna extraña razón indescifrable que el guionista ni se molestó en hilar -estaba haciendo un test de la Nuevo Vale-, se enamora del niño araña. Gwen, que es un pibón/Fukushima, se enamora del puto pringado del instituto. Es tan creíble como aquesta cagada reciente de Wes Anderson: una niña guapísima clon de Lana del Rey se enamora del inadaptado de los scouts. ¡Iros a la mierda, ya, hombre! ¡Una cosa es la-magia-del-cine y otra cosa es escribir guiones para chimpancés amnésicos!)
Total, que el guionista, de manera incomprensible, necesita una maldita hora de metraje para presentar a los personajes. Con un par. Y luego, como se queda sin tiempo, hila un villano, una curva de transformación con clímax y anticlímax en otra hora. Y, por si te quedas con ganas de más, un epílogo coñazo de 10 minutos.
El nuevo Spiderman quiere ser más oscuro, que es algo así como decir que el Nuevo Fairy quita más la grasa o que el PP no iba a subir el IVA. Pero mientras Batman está jodido tirado en su cama pegándole al speedball filosófico y escuchando en bucle Morir o matar, Spiderman repite la coreografía de NSYNC que hizo en tercero de la ESO. Por allí pasa también Martin Sheen, pero ni consume drogas ni se golpea contra ningún espejo, así que como si no estuviera.
Spiderman, ay Spiderman, tiene una pulsión homoerótica con los tipos que manejan las grúas de Nueva York y que lucen hermosas banderas americanas. El 11S somos -y lo arreglamos entre- todos, pero a mi la cosa me apesta a patriotismo barato, a España 2000 pero en yanqui y con una música horrorosa en la que una orquesta no para de hacer subir las cuerdas, una y otra vez, una y otra vez. Spiderman se tira un pedo y ahí están los violines, por si algún espectador es imbécil y no sabe que toca emocionarse. Debord vomita telarañas en un alero de la postmo.
Gwen, ay Gwen. El caso es que Gwen está buenísima. Pero claro, eso no es mérito suyo y, principalmente, a mi siempre me ha perdido el modelo flequillo + medias altas/calcetines con falda. No deberían hacer eso con mis pobres hormonas, que suficiente tienen ya con el verano, el principio de úlcera, la declaración de Hacienda.
Nota final, ovación y vuelta al ruedo: en uno de los momentos más repugnantes, el guionista tiene la poca vergüenza de terminar la cinta... ¡En una clase de narrativa en la que se habla de las tramas fundacionales! Es algo así como Blas Piñar bailando el pogo en las Fiestas del PCE, o como Michael Bay asistiendo a un congreso sobre Spinoza. La profesora dice nosequé burrada sobre ¡diez! tramas fundacionales -¿es un meta-guiño a Campbell? ¿una referencia amorosa a nuestros Balló y Perez? ¿un tiro en el pie a-lo-Froilán?-, y termina con una lección digna de Paulo Cohelo sodomizando a Rhonda Byrne: "Todas las historias se reducen a: ¿Quién soy yo?".
Pues mira, Nuevo Spiderman: tú eres un coñazo como un castillo. Cómprate un libro de autoayuda, haz el saludo al sol, sal del armario, quítate el collar de I Señora de Meirás con Grandeza de España. Lo que nunca serás es ese relato deslumbrante encerrado en el cómic original, y desde luego, esa más que digna adaptación inicial que nos legó hace unos años Sam Raimi. Eres un coñazo, chico, en serio.
1 comentario:
Como la vida es corta y la saga de Spiderman larga, creo que me voy a ahorrar los euros de la entrada al cine. La cartelera de verano está fatal, así que habrá que tirar de video-club o revisar los Dvds que corren por casa con los viejos mitos. Y la próxima vez que pase ante un Calzedonia voy a prestar un poco de atención a sus publicidad, por cierto.
Publicar un comentario