27.10.11

Materia Adiposa Pop



   Al decir de la inmensa mayoría de los teóricos del universo pop, la hecatombe comenzó a finales de los setenta, en el umbral mismo de la postmodernidad. De un lado, el agotamiento de las fórmulas que habían regido durante toda la década -el simulacro, la ironía, la mascarada apocalíptica de los Roxy Music o de la colección de personajes Bowie- desembocó en una colección de estilos más o menos efímeros y en una serie de discos poco afortunados protagonizados por los que ya eran considerados dinosaurios de otra época -el Tonight, el Hot Space de Queen, el A momentary lapse of reason, lo que queda de McCartney... De otro lado, por primera vez las listas de éxitos abandonaron el criterio de la calidad para abrazar otro tipo de productos mucho más pueriles, desplazando al underground a los primeros retoños punk y postpunk. El sonido de los ochenta es un sonido excesivo: demasiado eco, percusiones eléctricas, videoclips imposiblemente horteras...

    Desde los ochenta -y hasta lo que parece un pequeño rebrote en nuestros días de una cierta escena indie o cosa similar- el pop se ha nutrido de materia adiposa sonora, Orejas de Van Goghs, influencias latinas, atracos a mano armada y, finiquitando el siglo XX, fantasmas del simulacro directamente exportados desde los grandes mass media o, a lo peor, revisiones pueriles de lo (es un decir) mejor de los ochenta. El pop pueril, el pop adiposo, no ha aprendido nada de la ingenuidad y la diversión de los primeros tiempos. Esa época dorada de ensoñación con temas tan hermosos y distópicos como los firmados por las Ronettes o las Supremes no ha tenido una continuación. El trono de Phil Spector sigue vacío. Todo el mundo admite claramente que no volveremos a tener una producción tan apasionante como la de Be my baby, o en otra dirección, que Martin Hannett hubiera corrido a balazos a Coldplay o a The Killers.

    El caso de España ha sido todavía más sangrante. Por encima de la escena indie -de la que hablaremos en otro momento- la capa de adiposidad sonora que ha invadido las radiofórmulas de quince años a esta parte es, sencillamente, delirante. El famoso caso de ciertas emisoras destrozándonos los tímpanos y el alma con repeticiones interminables de Y si fuera ella o el encumbramiento de Shakira a icono mayor del corazón latino son sintomáticos de una Frecuencia Modulada Enferma, generando a su vez una legión de cándidos títeres descerebrados. Lo mismo se podría añadir de pseudoformaciones lacrimosas patrias que vomitan en las ondas sus paupérrimas aventuras sentimentales y sus risibles autoafirmaciones sonoras. El ejemplo máximo de Ramoncín versionando a Nirvana nos ofrece la cifra misma de la catástrofe cultural y generacional que nos contempla: somos nuestro tiempo. Somos el zeitgeist de nuestro tiempo.

     Twitter ha sido una herramienta fundamental y fundacional para comprender hasta qué punto el analfabetismo pop ha tomado por la fuerza el horizonte de nuestras sociedades del malestar. Las tremendísimas cagadas históricas y sociológicas de Alejandro Sanz o David Bisbal han demostrado, simple y llanamente, que las voces que dominan la radiofórmula son inescrutablemente imbéciles, o a lo peor, que están imposiblemente desconectadas de la realidad. Los mismos que cargaron contra Russian Red por declararse de derechas en plena Indignación Popular (Marca Registrada) deberían tomarse muy en serio lo que los hipotéticos generadores de opinión están rebuznando públicamente. Mis lectores más críticos me señalarían, con absoluta pertinencia, que ni Sanz ni Bisbal ni Amaia Montero o Dani Martín son generadores de opinión. A lo que yo les respondería: por supuesto que no. Son líderes sentimentales, líderes en la decoración masiva a gran escala del tapiz sentimental de una intolerable parte de la sociedad española.

    Siempre ocurre lo mismo. Montas en el coche de un extraño -o no tan extraño-, y te horrorizas al contemplar los cds que escuchan en la intimidad de sus viajes al trabajo. O las emisoras con las que visten sus esperas, la hora de comer, las escapadas de los fines de semana. Mucha gente acuna en el interior de sus guanteras a intérpretes como Ricardo Arjona o incluso trozos momificados del cadáver de Álex Ubago. Esa música construye sus vidas, de la misma manera que la Otra Música construye las nuestras. Invierten horas y horas al calor de esas progresiones de acordes básicos, esos arreglos con guitarra acústica, esas percusiones prefabricadas. Son su territorio emocional.

    Ustedes ya conocen la conclusión. Abran una ventana y contemplen los rostros que les rodean, casi como si se tratara de un mal remake de La invasión de los Ultracuerpos. Todos hemos sido jóvenes y hemos cometido errores imperdonables -algún amigo me señalará, para mi propio escarnio, que durante años yo llevé orgullosamente la camiseta de Amaral que tengo enmarcada en el ático del remordimiento, por no hablar de mi procesíón postadolescente por el infierno emocional de los cantautores- pero finalmente un chispazo de lógica nos invita a mirar más allá de la capa de materia adiposa. Háganme caso y miren por la ventana. ¿No notan ese airecillo de catástrofe cultural que se respira en el ambiente?

2 comentarios:

Capitán Moroko dijo...

Una vez más, a tus pies.
Pero parece que has pasado de puntillas el tema de la "construcción" sentimental de buena parte de la sociedad española; vivimos un momento en que las emociones baratas, de usar y tirar son lo que se estilan, ningún pensamiento, ningún raciocinio, todo suavoneo y buenismo inanes. No es de extrañar que las penosas series de TV españolas nutran (es un decir) su banda sonora -y a veces su reparto- con estos subproductos.
No se libran de esta emotividad del Sálvame, de hecho, la preconizan, los prohombres y promujeres de la casta política (el último ejemplo, la llorera masiva con la enésima tregua-trampa de los chicos que agitan el árbol). Normal, cuando el programa de una y otra facción del partido único, el PPSOE, sólo se diferencian en el colorín de fondo ya sea rojo o azul, sólo queda apelar a los instintos más primarios o a ver que artistilla nos anima no sé que mitin, para evitar que el ganado se vaya a otros pastos.

P.S.: Doy fe de haberte visto con la camiseta de Amaral durante (largos) años.

Anónimo dijo...

Asombra ver como se marcan los parametros (senderos) de ciertas modas musicales (vallas) a cierto sector de la poblacion (borregos), Asusta ver la docilidad mostrada."Pop babosillo" lo llamabamos.
Chapeau.