En las primeras páginas de la deslumbrante Amar en Madrid de Paco Umbral, el maestro escribía algo como "Madrid es una ciudad con cinco millones de habitantes, de los que al menos cuatro y medio son materia adiposa". El otro medio millón, supongo, se pelean entre los cafés de tribunal y las callejas del centro para ver si han entendido algo de Deleuze, de los Artic Monkeys o del último montaje de Pandur. Les quiero porque, en cierta medida, son mis pares, mis hermanos gemelos en la resistencia cultural del Pop (¿acaso hay otra posible, al márgen de ese Madrid-Barça patrio que hemos montado Indignados-JMJ?).
La industria del ocio -el pop, claro, es ocio, pero eso nunca se te ocurra confesarlo en serio- está muy ocupada pariendo monstruos. La industria de la cultura suficiente tiene con rascar una subvención y montar un sarao poético-político con la chavalada del antiguo PCE o de una rama cool de los socialistas. Se reían de Russian Red porque confesó que era de derechas pero la mitad de ellos se la hubiera llevado a la cama sin pensárselo dos veces. La tiranía de la estética es imparable, y el pop es también celebración de la belleza, ay, y por eso siempre me pilló lejos, utopías de niñas monas que querían ser portada de The last shadow puppets, o así.
Luego está toda esa materia adiposa. Esa Juana sin Arco, ese Bill sin Gates, aquella foto de aquel narco que viste de beige, y si fuera ella, la que quiera Dios que sea mi delito es la torpeza de ignorar que quién no tiene corazón. Cuando no tienes ideología, lo más sencillo es tumbarse en una escombrera y ver pasar las horas aferrado a un ensayo de la Arendt. Madrid está cansada de ser un tablero de ajedrez en mitad de una guerra inmemorial, no pasarán, pero hemos pasado todos. Hasta los niños feos que soñaban con la gloria literaria por las barriadas, chuchibiri cuchibiri.
Por lo demás, yo quería hablarte del timo de la estampita cultural, del tocomocho del pensamiento, de que al final si no sabes qué decir tires de Lacan, de Barthes o de Derrida y alguien te acabará por comprar la pose. Lo importante es la parte lúbrica del texto, esto es, si te irías a la cama con Russian Red o no. La cultura pop es una cultura sexual, perversa y polimorfa, una gran fiesta del falo a la que estamos todos invitados, y por eso es eterna. Le pones unas gafas de pasta, claro, pero anda que Vetusta Morla no se tienen que estar hinchando a pillar cacho en los festivales del verano. Y lo merecen, oiga, y lo merecen.
Este confesionario me resulta un poco estrecho, y además, no estoy seguro de merecer ninguna absolución. Si acaso, me escucharé el Ziggy Stardust de nuevo y coleccionaré estampitas de pin ups nocturas y empapadas. Por lo demás, ayer me decía Santa Juana de los Mataderos: "Aarón, o tocan La Oreja de van Gogh o para mí nunca será un conciertazo, y punto". Que Dios la bendiga. No necesita inventarse un personaje para resultar atractiva. Pocas cosas desarman y atraen con tanta fuerza como la verdad. Que Dios la bendiga y que bendiga también a los chicos de las JMJ. Como escribió Ray Loriga en un ataque de poesía invalorable: "En verano hace un calor de la ostia".
2 comentarios:
Quizás te interese, Aarón:
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/elmundopordentro/2011/08/21/si-yo-tambien-soy-postmoderno.html
Y en las entradas anteriores, que tituló "Hacia el Este", habla Espada sobre su última visita a Auschwitz.
Aunque no venga mucho a cuento con el post,The Last... me enamoró hace tiempo.Mejor dicho,me enamoró el aire cinematografico de su My Mistakes Were Made For You. También tiene que ver que su vocalista , Alex Turner,comparta su voz con un grupazo como Arctic Monkeys...¿o es al revés? ;-)
Ciaoooo,
Fer
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