Hoy publica el excelente y prolífico blog Guerra Eterna un estupendo análisis sobre la figura del asesino en serie Anders Behring Brevik cruzando la locura, la política y la difusión de las ideas. Al hilo de lo escrito en su entrada, me ha resultado imposible no realizar una serie de consideraciones sobre el estado de las tentaciones totalitaristas en España.
a) Durante décadas se ha pensado que la mejor manera de controlar a los monstruos era encerrándoles tras el muro del silencio. Eso explicaría, por ejemplo, la increíble dificultad que tenemos los estudiosos de la Shoah para localizar, analizar y trabajar ediciones realmente estrictas, comentadas y profesionales del Mein Kampf. De tal manera, el efecto ha sido el contrario: nos hemos visto obligados a recurrir a las ediciones "actualizadas" y distribuídas por las propias editoriales de extrema derecha a las que pretendemos combatir. Lo mismo puede decirse de los textos de Faurisson o del Informe Leuchter, distribuídos en nuestro país principalmente mediante páginas web propalestinas (generalmente autodenominadas como pro-Islam a secas).
b) La idea, por lo visto, es: Lo que no se lee, no existe. Del caso Leuchter, por ejemplo, cuya falsedad ya ha sido demostrada incontestablemente por tribunales e historiadores de todo el mundo, apenas se ha escrito una palabra en nuestros medios durante los últimos años. En vez de difundir y defender las victorias contra el negacionismo, prefieren guardar silencio porque, ya se sabe, en tiemos revueltos lo que realmente nos gusta es amar. Textos básicos y maravillosos como Los asesinos de la memoria de Pierre Vidal-Naquet o La revisión del Holocausto de César Vidal son casi invisibles. De lo que no se lee, ya se sabe, no se piensa.
c) El resultado de todo lo anterior cristaliza en una generación que asimila a Israel como la totalidad del pueblo judío, y por extensión, como una legión de carniceros. Del mismo modo, la auténtica memoria icónica del Holocausto es la niña del abrigo rojo o el niño del pijama a rayas, dejándose fuera de la ecuación la importancia de las universidades, el hambre, la potencia estética, la propaganda, la desesperación, la crisis económica, la presión social y otros valores que son hoy y ahora el comienzo del mismo problema.
d) Estos días me han escrito varios amigos a raíz del Caso Behring Brevik para recordarme mi labor como Casandra Europea todos estos años. Mientras Grecia se hunde, mientras Italia pasa el tiempo follándose a modelos, mientras España se indigna y reivindica viejas glorias históricas de izquierdas y derechas, mientras Francia se toma su vermouth Le Peniano y mientras Suecia emite gritos de guerra invocando a los dioses nórdicos, mientras en Alcalá de Henares saca un diputado España 2000, mientras se sacan cadáveres de las fosas, mientras nos conmueve la noticia de una célebre muerte yonqui más que lo que está ocurriendo ahora mismo en el Cuerno de África, mientras los bulldozers arrastran los cadáveres, mientras Murdoch echa una lagrimita de cocodrilo, mientras quede pensamiento y algo que decir. Mientras seamos -para lo bueno y para lo malo- Europa.
En una ocasión, escuché a uno de mis maestros decir: "Investigar, en nuestro campo, es permanecer delante del horror durante el tiempo suficiente, durante años, durante toda la vida. El problema es que ya casi nadie tiene huevos".
Creo que llevaba razón.
2 comentarios:
Voy a hablar, en cuatro puntos:
a) Sobre este apartado he de declarame inepto.
b)¿Pretende que leamos en España?
c)Todo se reduce a un icono. Aunque sea el Holocausto. No pretendes que la gente comprenda que Hitler canalizó la desesperación y el ansia de todo un pueblo asfixiado por Francia e Inglaterra y a unos empresarios asustados por el comunismo. Ponle fotos de las duchas, y explícales que fue malo. Y no eres el primero que compara la situación mundial actual con la de la Europa de los años "30. Sin embargo, creo que es diferente. Para empezar, como dice Hessel, todo ahora es muy complicado. Antes teníamos fascistas y bolcheviques, y las ramificaciones eran aplastadas, como ocurrió con el trotskismo. A este panorama se le suma la crisis. Ahora no hay ideologías enfrentadas (al menos en los gobiernos).
d) Si, somos Europa. Mejor aún, somos Europa de vacaciones. Venimos de la playa, vemos el corazón de la primera y pasamos a los deportes de Cuatro para ver los fichajes. Si acaso tenemos un kiosko de camino a la playa, leemos los titulares. Tenemos la ciega confianza de haber sido los reyes desde los romanos. y nadie nos la va a quitar.
Francisco, sigo tu hilo y me voy a otros territorios paralelos.
No creo que todo se pueda/deba reducir a un icono, porque entonces caemos en el peligro del reduccionismo, y de ahí, a la ignorancia. Incluso los iconos más poderosos del Holocausto -pienso en la famosa foto del niño de Varsovia, o en el maquinista de Treblinka hacieno su gesto de muerte en "Shoah"- son insuficientes. Incluso los tratados más amplios y exhaustivos -Friedlander, Hilberg- son incompletos frente a la verdad histórica. Frente a esto tenemos dos opciones. O "traducimos" el Holocausto en pulpa cultural para el gran público, o por el contrario, proponemos el Holocausto como un laberinto oscuro en el que cada sujeto occidental debe adentrarse con sus dos manos, una vela, y ninguna hoja de ruta. Obviamente, apuesto por la segunda opción.
En esto cae tu crítica, que no por ácida es menos verdadera: desde luego que el gran grueso de la población se negará a entrar en ese laberinto, ya no digamos a leer sobre sus paredes, sus esquinazos o sus vías muertas. Pero eso no puede ser un freno para que los que nos pegamos cara a cara con los libros nos quedemos de brazos cruzados y digamos: "En fin, la batalla está perdida". Es una (o)posición muy cómoda, y además, muy fácil. Si lo hiciéramos, ¿qué nos separaría del resto?
Claro que hemos sido los reyes desde los romanos, pero creo que lo que está en juego ya no es ni la hegemonía -Deo Gratias, hace mucho tiempo que no somos hegemónicos ni falta que nos hace-, sino la cuestión mucho más complicada de la Identidad. Porque Europa -los "Estados Unidos de Europa" con los que soñaba Victor Hugo- tiene que tener una identidad, y como todas las identidades, tiene que tener rasgos, fronteras y características. El problema es quién le pone el cascabel al gato en plena era relativista.
No es un problema baladí. Israel, por ejemplo, ¿es Europa o no es Europa? Claro, participa en Eurovisión y es una democracia que se pretende occidental, pero, ¿es Europa? Nosotros mismos, ¿somos Europa? ¿Y por qué? Y en esas estamos.
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