29.6.11

Crítica: "Resacón 2"


Así que lo llamaremos, en toda su brutalidad, discurso-borderline. Cuaja en las sociedades del bienestar y se reduce en una mentalidad de grado cero, algo así como ese esfuerzo que ciertos individuos parecen realizar para contener su esfínter y respirar al mismo tiempo. El discurso-borderline tiene mucho que ver con las necesidades simbólicas de una subsociedad grasienta y adiposa compuesta por canis, nenes, trons, chonis, torrentes y demás fauna.

El truco de magia, por cierto, no deja de ser gracioso. Llega un choni y engaña a un tipo que quiere escribir en Cahiers du cinema pero que sólo llega a la gaceta de Oklahoma Sur. La cosa estalla y de pronto resulta que -¡joder!- un simio pegado a una cámara como Todd Phillips es un director de culto. Sus comedias son posthumor y los hijos bastardos de Jordi Costa celebran el descubrimiento de un nuevo auteur postmoderno, cuántico, deconstructor, deluziano. Es el traje nuevo del emperador, pero en versión kitsch.

(Un modernillo en un bar de la Calle La Palma se toma una mahou de tercio escuchando de fondo lo último en drum and bass y establece sinergias entre Jerry Lewis, La Hora Chanante y Todd Phillips. Al día siguiente una serie de cotorras con smartphones lo cuelgan en su twitter. Ya es tendencia: "Resacón en Las Vegas" era una buena cinta. F for Fake)

La cosa se pondrá fea. Phillips tiene que hacer los mismos chistes zafios, el discurso-borderline, venga tronco pásate la chusta, o sea te partes el culo con estos chinos que están to locos. La peli lo tiene todo: transex, un mono que finje felaciones, un monje budista, dos puntos de giro, un gordo gracioso, un guaperas y paisajes en los que te todos los poligoneros de Leganés querrían pasar el viaje de novios. Lo que no tiene, por supuesto, es ningún interés, ninguna coherencia, ningún chispazo cinematográfico por pequeño que sea. No saborea esa costra peligrosa y excitante que podría ser Bangkok, no se introduce en la problemática concreta de los Ladyboys -¡ahí estaba la cinta, y ahí la perdió Phillips!-, no tiene el valor suficiente para decir lo que hay que decir: que no se puede estar siempre desactivando el discurso del tercer mundo, o del exotismo.

Doy un pequeño rodeo. Hostel, una de mis cintas de terror favoritas de los últimos años, decía muy claro que al Otro no se le puede tomar por imbécil. La muerte de los/las turistas a manos de exquisitos y sadianos reyes de la industria era una metáfora tan poderosa de las sociedades del bienestar que todavía hoy puede poner los pelos de punta. En Resacón 2 el movimiento es el contrario: viajamos al tercer mundo para descerebrarnos, para encerrarnos en un resort con nuestra pulserita y, jajajajaja, traer las fotos en el Smartphone de vuelta, no veas qué risas con el Ricky vacilando a las de Punta Cana, tron.

Punta Cana, Bangkok, Cuba-mi-amol, Abu Dhabi... son distintas paradas de esta fiesta en el infierno. Los ladyboys están deseando deslizar todo su amor en la gran cama de matrimonio occidental. Pero mientras tanto, como escribió Heiner Müller: Cuando atraviese el cuarto empuñando el cuchilo, entonces distinguirán la verdad.

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