Esta noche correrán los chupitos de tequila y dos primates se abrirán la cabeza a golpes bajo la mirada de una luna puesta de coca, una luna que hace equilibrismos sobre el mar que amamanta a doscientos cadáveres, porque el mar es una madre llena de amor que igual se pinta una loncha de cuerpos muertos que te pregunta dónde has estado o te atraviesa, como por la espalda, con los recuerdos ya perdidos de una adolescencia en la que pensabas que escribiendo ibas a salvar el mundo.
Pero el mundo, la película del mundo que se proyecta constantemente en todas partes, siempre va de otra cosa y al final todo es arrancarle la ropa interior a la tragedia y hacer la cuenta de los cuerpos rotos porque ya se sabe, Europa vieja y decadente y neoliberal pero los parias de las tierra quieren ser sus hijos y pegarle al crack del mercado en larguísimas pipas talladas sobre la madera de la patera, que es la que mejor tira, y por lo demás, es un ripio bellísimo. Dulce Madre África que vagas por la Historia con los ojos inyectados en sangre y clavando tus dedos sin uñas en busca de un recodo en el que se te convierta en esquela o en zoológico, carne de ONG, yo te bendigo desde mi ático de Jedwabne y te deseo suerte, y con las mismas, te sugiero que no vengas a manchar mis costas con tus excedentes corporales y tus máscaras pintorescas, máscaras que son como radiografías de putas con sífilis, putas que naufragan en el mar sobre el casquillo que les apunta a la cabeza, y qué le voy a hacer si yo nací en el mediterráneo.
Asia a un lado. Al otro, Europa. Y allá en su frente, el punto ciego del discurso, que es el paréntesis del niño muerto -el niño muerto es siempre un paréntesis que luce mucho en la propaganda, por eso los ejércitos en guerra siempre están atando a sus niños muertos en los mástiles y jurando venganza -véase 5 broken cameras, véase Inch´Allah-, con la diferencia de que aquí el enemigo es la condición humana en sordina. Qué culpa tienen los doscientos cadáveres, que ya están otra vez en la casilla de Salida por obra y gracia del Dios del Eterno Retorno, dispuestos a volver a pegarse el angosto chapuzón en una colección de espejos abismados. Qué risas nos vamos a pegar, Friedrich, como tu invento encaje y en Lampedusa no se encuentre sino un cuerpo recién nacido en una muerte continua.
Así que llueve sobre Jedwabne y la tragedia andaba con un juego de lencería nuevo, ya se sabe.
I see your face/It´s haunting me.
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