6.7.13

Apuntes desde Israel #01 . Aeropuerto


Llegaré a Israel a las cuatro de la tarde.

Cine y Holocausto. Los dos ejes que han guiado mi agenda de viajes durante la última década. No sé ni quiero saber sobre eso que llaman viajar por placer, viajar a otros lugares en los que no pueda aprender nada sobre el cine o el Holocausto. Recorrer Suecia fue recorrer la Suecia de Bergman, recorrer Polonia fue recorrer la Polonia de los campos, y así con la vida entera, con el planeta entero, porque en mi experiencia del mundo, la vida es una filmoteca o un campo de exterminio. No hay término medio, así de maniqueo soy y así de maniquea es mi mirada.

Digo "Llegaré a Israel a las cuatro de la tarde", pero no digo del miedo ni de la necesidad, ni de la belleza, ni de las muchas cosas que espero encontrar allí, entre los amigos.

Nunca te conté que comencé a escribir mi libro sobre los campos unos dos o tres días antes de viajar por primera vez a Auschwitz. Tenía veintipocos, la ideología desgastada, la brújula rota. Mi viaje iniciático fue a un campo de exterminio, y los que no lo entienden ya no lo entenderán nunca. Dios les bendiga.
La mañana antes de salir para Auschwitz acudí a ver a mi abuela, que ya deliraba en su piso pobre del pobre barrio a las afueras de Madrid. Yo quería quedarme en casa escribiendo, escribiendo sobre los campos, unos campos que yo todavía no había visto pero que imaginaba como una gran filmoteca llena de cadáveres, pero mi padre insistió, y nos montamos en el coche pobre camino a la pobre barriada de yonkis y peluquerías.

Luego, con el paso de los años, pensé que aquella fue la última vez que vi a mi abuela con vida. Y, acto seguido, pensé que era un recurso literario cojonudo y que lo utilizaría en mi libro sobre los campos.
Llevo casi una década escribiendo el mismo libro. He sacado otros, pero el que sigo escribiéndome y escribiéndote es ese.

Necesito ir a Israel como necesitaba ir a Auschwitz porque -vía Bergman-, siempre me obsesionó aquel fragmento de Corintios que cito de memorieta: Ahora vemos en oscuro, como en un espejo, pero pronto veremos cara a cara, y conoceremos como somos conocidos. No quiero que Israel sea un espejo, ni un fantasma, quiero que sea un territorio y una respuesta, y que se imponga en mi manera de entender el mundo con sus texturas y sus contradicciones, con su gente y su sus problemas, con sus muchas verdades, con sus balas y sus temblores, el sonido de sus calles, su sangre, su Historia, Israel no puede seguir siendo una promesa, no puede seguir siendo una etiqueta en google maps, necesito de su existencia como a lo largo de los siglos tantos otros han necesitado de su existencia.

Porque si Israel existe, si Israel puede ser vivida, si  dentro de unas horas aterrizo en un aeropuerto y llego a un lugar llamado Israel en el que estalla y cristaliza una Historia que asumo como mía, entonces mi vida, mi experiencia se verá modificada. Y aprenderé. No seré más sabio, pero aprenderé.

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