15.12.12

LISTAS 2012: Mejores discos (I)

    Va por delante: las listas que pienso ir desgranando de aquí a final de año NO SON EXHAUSTIVAS ni UNIVERSALES. Ustedes, lectores inteligentes, ya lo saben. Tampoco pretenden fardar de conocimiento musical/cinéfilo. Son un mal vicio, una fea costumbre, que ustedes pueden compartir o no. Hacer listas me divierte, de igual manera que a otros les divierte el patinaje artístico, la vida íntima de los coleópteros o seguir una ideología política. Todos tenemos -y merecemos- pequeños placeres de andar por casa. Así que... ¿por qué no empezar con un poco de música?

18. The XX - Coexist
    Debo ser sincero. Durante las dos primeras semanas no soporté Coexist. Me sentí defraudado, dolido, traicionado, y publiqué algunos tuits al respecto. Aquello no era su XX (2009), ni el discazo que nos había prometido la Rockdelux. Ni siquiera había un temazo de esos que hacen temblar las paredes, del palo de Crystalised. Sin embargo, allá por Septiembre me encontré conduciendo de noche, realizando un viaje largo por carreteras apenas transitadas, y entonces descubrí Coexist. Me perdí en sus juegos, en esa suerte de ambiente brumoso que no se decide a despegar, comprendí que su fuerte era, precisamente, su indefinición, su ser-líquido. No tengo intención de abandonarlo.
Coexist

17. Purity Ring - Shrines
    La primera vez que escuché Belispeak, su single de presentación, supe que Purity Ring iban a colarse en mi vida. Guardaban en su interior un eco ochentero que no se quedaba en el pastiche al estilo Kavinsky, sino que se deslizaba hacia un estribillo portentoso. Quedaba la duda del millón de dólares: ¿Estaría el resto del disco a la altura? Se desplegó el misterio y nos llevamos una alegría: electro-pop inteligente sin demasiadas deudas, capaz de sugerir y jugar entre la ingenuidad y la disonancia (escúchese Saltkin, por ejemplo).
Shrines

16. Swans - The seer
    Todos los años, Angel María Garcia Martiartu me hace un regalo. El año pasado fue el descubrimiento de Alvarius B., y este año le han tocado los Swans. Si en 2012 se acaba el mundo, The seer sería su banda sonora. El material sonoro no puede apenas describirse: es una espiral hacia la oscuridad, una fuga total de sonido que repta hacia los pulmones y los encharca, la psicósis bien temperada, la nana siniestra del siglo XX. Las canciones son aliens rizomáticos que se hacen los dormidos o que sueñan con paisajes industriales abandonados. Más lyncheanos que Lynch, vomitan dos pedazo de discos que son a la vez un taladro y una Biblia en llamas. No se lo pierdan. Aunque quizá deban tomar aire primero.
The seer

15. St. Vincent + David Byrne - Love this giant
    Una de las cosas que no termino de entender es cómo Love this giant apenas ha pasado de puntillas por las listas mayoritarias de los mejores discos del año. Mi teoría es que no se ha escuchado lo suficiente, con la atención que merece un tapiz de sonidos y sugerencias simplemente perfecto. A Love this giant hay que meterle horas, perderse entre los temas, disfrutar del complejo proceso de construcción que encierra. De entrada, mi amor incondicional por St. Vincent y mi admiración ciega por Byrne ya presagiaban que el disco me iba a atrapar: después llegaron esos trabajos vocales de ingeniería y detalle fino, el sentido del humor, el cariño que desprende cada tema. No le han perdonado su inteligencia, su falsa levedad, su ser auténticamente diferente a las modas de lo indie. Igual es eso.
Love this giant

14. Julia Holter - Ekstasis
    Ver a la Holter en directo ha sido una de las experiencias más potentes de este 2012. A medio camino entre la mística iluminada y la muñeca rota, parapetada tras un teclado inmenso, frágil y divertida, canalla y exquisita, era imposible no enamorarse un poco. Es cierto que el disco no alcanza la potencia de su directo, pero temas como Four Gardens o Moni Mon Amie trazan siluetas en el espacio y sugieren interiores más deudores de la pintura romántica que del Instagram. Sólo por eso merece la pena sumergirse en un disco que es un pozo de agua helada en el que extrañas luces del atardecer acarician pieles desnudas.
Ekstasis

13. Crystal Castles - III
    Maestros del ruido electrónico en estado puro, disco tras disco, Crystal Castles se permiten el lujo de hacer lo que les viene en gana. Parecen adoptar un enfoque más cercano a la violencia dirigida hacia el interior que en anteriores trabajos, suenan menos lúdicos, menos festivaleros. Por momentos se detectan extraños ecos, como escrituras extremas del Halcyon and on and on de Orbital, o perversas autocitas. El mayor logro de III es crear una verdadera crítica del sujeto postmo con tintes electros. Se añora esa faceta un poco más asequible que se sugirió en el brutal Not in love que firmaron junto a Robert Smith, pero ya se sabe que el artista es escandalosamente libre y no se debe sino a su propia voluntad. Y Cristal Castles tienen auténtica voluntad de poder vestida de electro -véase la fabulosa Violent youth- que puede horrorizar o fascinar al personal a partes iguales. Pero son ellos, auténticos en su coqueteo con lo Hype, y por eso les amamos.
III

12. Antony & The Johnsons - Cut the world
    En el otro extremo del discurso, Antony y ese pedazo de directo con orquesta que sacó allá por finales de verano. En paralelo a otro producto de corte similar que se me ha quedado fuera de la lista (el Live Blood de Peter Gabriel, notable pero algo menos logrado), Antony ha realizado un uso inteligente y coherente de la orquesta sinfónica de turno, sin caer en los delirios habituales en este tipo de propuestas. Brutales revisitas de Kiss my name y I fell in love with a dead boy, monólogos paganos descabellados y reivindicables, aullido y carcajada, lo cierto es que Hegarty es un crack total y un tipo auténtico con el que yo me iría de cañas sin dudarlo. Una pena que en el setlist se quede fuera Hope there´s someone. ¿Que está más vista que el tebeo y es poco indie, poco underground reivindicarla a estas alturas? ¿Y qué?
Cut the world

11. Los evangelistas - Homenaje a Enrique Morente
    Mi deuda con el Omega. Mi deuda con Morente. Porque se puede aprender de los discos, y porque algunos discos están más allá de la Historia y se convierten en Escrituras Totales. Los evangelistas no han llegado hasta el Omega, pero han realizado una aproximación valiente, sólida y compleja al universo del difunto. Sus disparos no gustará a los puristas -¿de quién? ¿de cuál de todos los infinitos Morentes que hay en cada uno de sus discos?-, pero tengo la impresion de que Jota & Company ejercen como auténtica Voz del Pueblo al ponernos de rodillas ante el ídolo de Granada en una eucaristía laica y musical de comunión con un misticismo que no es ni español, ni andalúz, ni local, ni global. Morente era una hoguera y Los Evangelistas han convertido sus pavesas en epifanía planetaria. Lo que no es poco.
Homenaje a Enrique Morente
To be continued...


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