12.7.12

Carta a un amigo socialista



Quan surts per fer el viatge cap a Itaca, has de pregar que el camí sigui llarg...
(Datos sobre el contexto: Esta entrada es una versión adaptada de un correo electrónico enviado a Enrique Pérez Romero, un hombre bueno, amigo honesto y militante del PSOE , rival/cómplice infatigable. Le agradezco no sólo el cariño, sino el permiso para reproducir la adaptación y citarle)

    Querido Enrique:

    La verdad es que se pueden decir tantas cosas que no se sabe muy bien por dónde empezar. Pero vamos a intentarlo. En primer lugar, deberíamos asimilar claramente que el PSOE no deja de ser una formación socialdemócrata, que no es sino otra manera de decir neoliberal. A partir de ahí, ya vamos mal. Sabes que siempre saco a Zizek a colación, pero esta vez no es por su deriva lacaniana, sino por su reflexión política. Nos han vendido la moto y nos han asegurado que el sistema democrático liberal funcionaba, que era tolerable y que además todos estábamos "invitados a participar". Pero seguir pensando hoy semejante patraña es no querer ver lo evidente: el problema no está en la burbuja económica (ese "vivir por encima de las posibilidades"), sino en la propia estructura del sistema económico, que estaba roto hasta los cimientos, y por ende es egoísta, inhumano, y sobre todo, violento.

     También nos han vendido que hacer una oposición pacífica y democrática era razonable, hasta que hemos llegado a un punto en el que hay que pensar detenidamente ciertas cosas. No se pudo hablar de "resistencia pacífica" frente al régimen hitleriano porque era un régimen homicida. Y bien, ha resultado que el capitalismo también es homicida, pero de manera mucho más sutil. Los suicidios de Grecia y la gente que vive bajo el umbral de la pobreza son sólo dos ejemplos, por no hablar del problema global a gran escala, o del hecho de que yo te escriba este correo utilizando un monitor compuesto por una sustancia subcontratada que un menor de edad ha extraído de una mina en un país del tercer mundo. "Demagogia", dirían algunos, y quizá llevarían razón.  Sin embargo, nuestro el problema es global y tiene ya infinitas capas. La diferencia es que ahora nos hace daño en primera persona y estamos asustados.

     Tercera gran mentira, la keynesiana: nos han dicho que si no consumimos el barco se va a pique. Pero consumir es un acto violento, profundamente ideológico. Comprar unas zapatillas de deporte de más de treinta euros es un acto obsceno. Yo tengo dos pares, y cada uno vale más de sesenta.  Y ahí está el problema. Que ni siquiera sabiendo la dimensión completa del Acto yo mismo me freno cuando entro en un centro comercial y paso la tarjeta de crédito. Si no se consume, según dicen, se paraliza el sistema. Si se consume mal -que es lo que ocurre a todos los niveles- se pone en marcha un mecanismo fascista de apropiación del otro. Hace unos años teníamos una broma muy divertida en mi grupo de amigos: cada vez que uno encendía el aire acondicionado (del coche, de casa) el resto fingían el ruido de un terremoto en Sudamérica. Cómo nos reíamos. Ahora la risa se nos ha atragantado. Hace poco leí en nosedónde que Europa está ya en un proceso de crisis mundial irreversible y que el próximo paradigma histórico pasa por servir de museo y terracita para los países árabes y asiáticos. Ríete, pero hace tres días China realizó una inversión con varios ceros en países tan fiables y democráticos como Irán o Pakistán. De momento no nos damos cuenta porque manejamos (aparentemente) los mecanismos de consumo. Pero esto -y la subida del IVA lo demuestra- tiene fecha de caducidad.

     Cuarta gran mentira: España. España sigue siendo un país reaccionario que se sigue paralizando ante acontecimientos tan profundamente vestidos de patriotismo como un mundial de fútbol. España quiere consumir a toda hostia, y a ser posible, más y mejor que los de la comunidad autónoma de al lado. El PSOE no supo gestionar esta situación, y el PP la está complicando profundamente.
    
    Problema: ¿Y qué hacemos? Porque es cierto que necesitamos una acción política, y que la acción política debe ser verdadera.
    
    La respuesta habitual quizá es la quinta gran mentira: Escribir. Posicionarse. Formarse. Participar activamente. "Ser ciudadanía".

     Una buena amiga, como creo que alguna vez te he comentado, es profundamente neoliberal. De derechas puras y duras. Ama el capitalismo por encima de todos los sistemas. Pero la tía se levanta todas las mañanas a las seis y media, se viste y se marcha a currar al centro social como una campeona. Busca trabajo a gente en paro, tramita ayuda a los inmigrantes, ofrece cobertura a enfermos. Yo cada día me sorprendo más de su -aparente- dicotomía, y además de las habituales y mitológicas broncas ideológicas de rigor, lo cierto es que su acción es social y es verdadera. Para ella no hay una justificación ideológica: curra con colectivos de riesgo porque quiere hacerlo, y punto. Antes era su vocación y ahora es su trabajo. A lo largo de los últimos años he visto cómo hacía más por esa "ciudadanía deprimida" de lo que yo y muchos de mis compañeros hicimos durante los años de militancia en el PCE.

     Aquí mi argumentación se divide en dos vías. La primera es que la única acción que cuenta es la acción social, y punto. Ni pajas mentales ideológicas, ni escribir, ni blog, ni militancias, ni hostias. O sales a la calle y gestionas recursos o eres un hipócrita. La segunda es que no hay una alternativa ideológica que quiera/pueda hacer eso de manera correcta. Más claro, el agua. Ni PP, ni PSOE, ni 15M, ni IU, ni PCE, ni UPyD, por no hablar de los nacionalismos. Hemos llegado a un punto en el que el sujeto se autoimpone su propia disciplina y es militante del otro, porque el dolor del otro es verdadero, al márgen de su ideología. Y la ideología -volvemos a Zizek- nunca es verdadera. Un ejemplo: la ley de la Dependencia. Quizá lo mejor de la Administración Zapatero, una auténtica medida social y socialista. Y lo era porque ponía al otro en el centro, la pequeña problemática, la problemática real. Quiero decir, la problemática real para nosotros ya no es Bankia, ni siquiera Bruselas. La problemática real es el tipo que tiene tres hijos y 400 pavos para pasar el mes, a mí que no me jodan. Ese tipo no sabe de ideología, pero sabe de la violencia. La violencia que le están insertando analmente, la violencia del hambre y la violencia del miedo. Y esa yo sólo la puedo combatir desde el consumo (no darle a las fauces del capital lo que quiere) o desde la acción social pequeña pero verdadera.

     ¿Qué activos que tenemos? Claro, sabemos escribir y escribimos razonablemente bien. Pero es un activo poco importante, porque en general nos retroalimentamos en pequeños círculos onanistas. En el caso que compartimos de la reflexión cinematográfica, ya ni hablamos. Por ponerte un simple ejemplo, lo que cada día descubro en ciertas trincheras del pensamiento cinematográfico contemporáneo es que cada vez importa menos la política porque estamos muy ocupados hablando de, pongamos por caso, Apichatpong Weerasethakul. Y, mire usted, me limpio el culo con Apichapong cuando aquí abajo la gente está destrozada. Eso explica que cada vez escriba menos por aquí de cine, porque no dejo de pensar que se trata de una cosa secundaria que ni siquiera se está comportando -salvo nobles excepciones- a la altura de las circunstancias (¿Spiderman ahora? ¿Otra vez? ¿Estamos de coña?). Al final, a veces todo parece una revisión macabra de la famosa frase de Johan en Secretos de un matrimonio: "Me da igual que el mundo se vaya a la mierda. Yo tengo derecho a regar mi jardín". Apichatpong y ciertos compañeros comunes están regando un jardín precioso. Pero aquí abajo la gente se muere.
    
    Luego, ¿qué hacemos? Ahí está el problema, que no me sale el salto del singular al plural. ¿Que hago? Escribo, dono una parte de mis ingresos a cierta entidad benéfica en la que confío, ayudo a mi amiga neoliberal cuando está de bajón y tiene ganas de mandarlo todo a la mierda. ¿Es suficiente? No, no es suficiente. Pero, ¿en serio puedo militar en algún lado? ¿Con gente que habla de oposición pacífica, de no llamar las cosas por su nombre, de no dejar que las bases se manifiesten? ¿Gente que pacta con los mismos asesinos que quieren asfixiar a España para que sus economías nacionales no se hundan? ¿Con europeístas? ¿Se puede seguir hablando de Europa -y en esto, me da pena, no estoy con Zizek- cuando en Europa se juega al Sálvese quien pueda? De entrada, vuelvo a Karl Marx porque creo que es verdadero. Pero Marx tenía un "nosotros" que ahora no existe.
    
     Excepto.
    
     Excepto el pequeño, importante y trágico debate de quién construye mejor que nadie el "nosotros". Y es la masa. Esto es, el fascismo. (Fascismo, ya sabes, viene de la palabra "haz"). Con lo que vuelvo al punto que ya sabes que me aterra y me atormenta: cuando la gente está desesperada, puede optar por la ultraderecha. Lo dice la Historia, una vez más. El problema es que antes al fascismo se le combatía con una palabra preciosa llamada "Democracia" que ahora mismo se nos ha roto entre las manos. El resto de la argumentación ya sabes cuál es.

     Recibe un fuerte abrazo:
Aa. R.

4 comentarios:

Lluís Bosch dijo...

No conozco al destinatario de la carta, pero me he permitido (de nuevo) enlazarla en facebook para darle mayor difusión. Lo hago porqué creo que difundir este tipo de textos "verdaderos" como dices es bueno, pero a la vez triste porqué yo también estoy escribiendo y escribiendo y nada más.
Hoy (12 de julio de 2012) he ido a la oficina del INEM a tramitar el subsidio de paro. Después de 4 años como maestro de primaria en la escuela pública. Estoy asustado con mi futuro laboral y muy triste por el futuro de la educación pública. Habiendo trabajado en centros de barrios periféricos, sé muy bien qué significa el recorte en maestros y recursos. Y es terrible.
(Y al salir de la oficina del INEM me he puesto a escribir, sentado).

P.O.B. dijo...

Genial, conciso y directo.

Salud.

illuminattitomatti dijo...

Me ha parecido una interesante reflexión, desde el corazón y desde la confusión que envuelve nuestro día a dia. Lo comparto en mi muro de facebook, un saludo

Daira dijo...

También yo me siento atrapada. Nos sentimos atrapados.

Descubrí la mentira de la política cuando empezó esta crisis, que hundió (en mí, en nosotros) la creencia en las alternativas políticas -la confianza en la democracia- y desenmascaró la terrible ley del más fuerte, del "sálvese quien pueda" que nos gobierna.

Y me siento frágil y desamparada. Consciente de que el miedo es la más destructiva de las armas, intento no hundirme en el pozo del lamento ante lo que está aconteciendo, convencida de la necesidad de actuar. Y es entonces cuando se me plantea la misma pregunta que propones: ¿actuar, cómo? Sentimos Europa como una prisión que nos atenaza, usando la cadena del capital. Y "Europa" es una entidad abstracta; "el capital" nos subyuga bajo leyes injustas, pero ¿a quién pedirle cuentas si da igual quién nos gobierne, visto que las leyes las deciden los mercados?

Y te quedas en un "voy a regar mi jardín, que es lo único en lo que yo mando". Claro que intentas consolar a tus amigos treintañeros con carrera, idiomas y máster y sin empleo (intentando ocultar que compartes su mismo miedo). Claro que consumes lo mínimo, firmas todas las peticiones de change.org, eres la primera en acudir a las manifestaciones y donas dinero a diferentes ong. Pero sabes que no es suficiente.

El sistema es putrefacto en sus raíces, y el hedor empieza a alcanzar la superficie. Y, a falta de alternativas reales de acción en tus manos, lo único que consigues hacer es mirar hacia otra parte: refugiarte en la belleza del mundo, en el cine, en el arte, intentando que el miedo al futuro no te ahogue antes de tiempo (en éste, tu más que aceptable presente).