29.4.06

La flauta mágica (Tröllflöjten, 1974)


Aprovechando las celebraciones del "Año Mozart" (el año pasado fue el "Año Sartre", y no sirvió absolutamente para nada, exceptuando un par de reediciones casposas y un congreso de recalentados), la Fnac ha decidido editar en Dvd la adaptación de "La flauta mágica" que Ingmar Bergman dirigió en 1974 para la televisión sueca.
Siempre se agradece que alguien saque al mercado esta pequeña joya, aunque sea a un precio relativamente abusivo y totalmente pelada de contenidos extras. Poder acercarse con subtítulos en castellano (la traducción no es especialmente mala) a esta vibrante producción ya nos parece un lujo incuestionable e inquebrantable.
"La flauta mágica" es una de las producciones más mimadas y coherentes de Bergman. Realizada justo antes de tener que marcharse al exilio por un turbio problema con las autoridades de Suecia (cuyo fruto cinematográfico fue "El huevo de la serpiente", por cierto), el director se marcó un Mozart con mayúscula, probablemente la mejor producción sobre el genio superdotado que ha visto el cinematógrafo junto al siempre maravilloso "Amadeus" de Milos Forman. Consiguió, principalmente, cargarse la gran mayoría de sus propias huellas autorales a costa de abrazar sin reservas y con pasión la obra original, manteniendo a grandes rasgos la estructura narrativa, los personajes y la coherencia masónica del texto inicial.
En "La flauta mágica" se establece la tensión bergmaniana habitual, pero sin embargo se consigue el juego, la locura, el espíritu (las "fuerzas", que decía Strindberg). Es fabuloso observar cómo el texto desarrolla su propia realidad triunfando allí donde fallaban obras como "¡Esas mujeres!" o "Una lección de amor". Un color medido al milímetro, un distanciamiento del propio texto de lo más sano y despierto (la inserción de carteles/rótulos que remarcan los textos de los actores o las tomas sobre la vida en el interior de las bambalinas son una gamberrada bergmaniana de lo más conseguida), y una calidad en las interpretaciones francamente interesante configuran algunos de los puntos fuertes de esta versión.
Hay que dedicarle una tarde a esta película, aunque sea simplemente por conocer de una manera estéticamente impagable los recovecos de una de las óperas más fascinantes de la historia. Probablemente, no cambiará la vida de nadie, ni repercutirá en el espectador con la fuerza de, pongamos, "Persona" o "La hora del lobo". Pero supone una experiencia cinematográfica única y al alcance de cualquiera.

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