The seventh guest
The seventh guest, 1993 - Equipo Trilobyte
Para hablar de aquellos días.
Para hablar de aquellos días en los que todavía teníamos granos, y éramos imberbes, y la pornografía se compraba en los quioscos clandestinamente y con la conciencia de niño-de-colegio-de-curas (o todo lo contrario) manchada por la mácula de la perversión súbita y amarga. Para hablar de los primeros pasos en el trapecio de la soledad, aunque en aquellos días nos parecía todo tan efímero como las chicas que nunca nos besaban porque éramos freakis en una época en la que no se llevaba ser freakie.
"The seventh guest" es un videojuego. Vale. Esto es un blog de cine. También de acuerdo. Sin embargo, "The seventh guest" fue, indudablemente, el mejor exponente de aquel subgénero llamado "película interactiva", en el que yo siempre he creído a pies juntillas y que desapareció en combate con la avalancha de las 3DFX y de la madre que las parió. La crítica de la época se quejaba amargamente de la falta de jugabilidad de aquellos productos que intentaban aprovechar las nuevas tecnologías de aquel invento llamado CD-ROM. Y claro, cuando venían los amigos a casa, tu les enseñabas estos juegos (que no eran juegos, sino películas) porque salía gente hablando, música sinfónica y gráficos renderizados.
La gran mayoría de los puristas no comprenderán que coloque aquí "The seventh guest", a la altura de películas ya comentadas como "El padrino" o "El ladrón de bicicletas". Dentro de veinte años estará completamente olvidado (salvo algún freakie que no haya dejado de serlo por el camino), hoy en día es imposible encontrar un ejemplar en ninguna tienda y su descarga de Internet puede ser una aventura. Pero hubo algo diferente en este juego. Igual que la gloriosa vaca bicéfala Buñuel/Dalí soñaba con un cine táctil, con aumentar la sensación fílmica hasta conventirla en una realidad cuasiperfecta, algunos ingenuos creímos en los primeros años de los noventa que por fín era posible creer en un cine interactivo, en un espectaculo cinematográfico capaz de ser configurado y disfrutado de una manera que, dicho sea de paso, se cargaría las teorías fílmicas que convierten al espectador en una simple ameba.
Por supuesto, todo aquello no fue sino un fracaso estrepitoso. Productos como la saga "Myst" (la única que se sigue editando en nuestros días, con novelas y discos y todo tipo de mercha-chorradas...) o como el "Under a killing moon" se cargaron de cuajo lo que prometía un nuevo horizonte cinematográfico. ¿Las razones? Guiones que aburrían a las ovejas, actores incompetentes y una producción absolutamente casposa. De hecho, el género "aventura gráfica" acabó siendo el último reducto de estrellas del celuloide acabadas (la palma se la llevó la saga Wing Commander con Mark Hammill y Malcom McDowell... total nada)
Sin embargo, "The seventh guest" es con diferencia el mejor juego/película de la historia.
Aparentemente, no es más que un divertimento pasajero en dos cd´s (de los de antes), y sin embargo, con el paso de los años, volviendo a sus imágenes, se tiene la sensación de que aquel primer escalofrío adolescente sigue vivo y coleando. "The seventh guest" ha resistido el paso del tiempo porque su materia base, sus ases en la manga, son imperecederos. En primer lugar (y categorizo sin miedo a equivocarme), el mejor guión de la historia de los videojuegos. Con diferencia. Puede que algún defensor de los "Monkey Island" o de los "Maniac mansion" ya esté pidiendo mi cabeza a gritos. Un momento. Estamos hablando de un caso absolutamente inaudito en el mundo de los juegos: un guión dramático, terrorífico, de una complejidad argumental sin referente. "The seventh guest" no era simplemente una comedieta de piratas. Es un auténtico tratado sobre el alma humana, planteado como una auténtica historia de suspense en la que se conjugaba, con genial certeza, los mejores ecos del hollywood de los 40 y las psicopatologías generales de la humanidad (el paso del tiempo, la codicia, la lujuria, incluso la pérdida de la inocencia).
Tomemos aire.
Aún más. "The seventh guest" tuvo a un plantel de actores que, lamentablemente condenados a un ostracismo posterior, dieron vida con total credibilidad a los arquetipos más jugosos del suspense literario. Mención aparte merece el siempre terrorífico Albert Hitsbroeck (¿qué habrá sido de este tío?) que daba vida a uno de los mejores villanos de la historia del cine (interactivo o no). El viejo y loco Henry Stauf, asomándose a los rincones más oscuros de la mansión, combinando con total efectividad el humor más macabro y la ironía más sutil. El viejo y loco Henry Stauf, que supera con creces a cualquier malvado del palo de nuestros días (pienso en Jordi Mollá haciendo "Dos policias rebeldes dos", por ejemplo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario