27.8.04

El Padrino (The godfather, 1972)


El padrino

El padrino, 1972 - Francis Ford Coppola

Las grandes historias se escriben sobre el reguero de la sangre, o del miedo colectivo, o quizá sobre los corazones desolados. Alfred Hitchcock afirmaba que cuánto más perverso sea un villano, más nos costará olvidarlo y por lo tanto, mejor funcionará la película. Puede que "El padrino" sea una de las excepciones que confirmen las palabras del Mago del Suspense.
Don Vito Corleone es uno de los monstruos que se escondían agazapados en el armario de la América Dorada. Pero quizá por eso le amamos, por su insoportable muerte, huérfana de grandeza, sólo comparable a la tragedia de ese ídolo que fue Marlon Brando y por el cual el cine nunca supo llorar como estaba mandado. Don Vito Corleone era una marioneta salvaje de sí mismo, un tipo familiar que llevaba un negocio familiar, lo que después de todo no era sino una salvaje compraventa de cuerpos y de almas. Eso no le redime frente al ojo de la cámara, pero sí le redime frente a un espectador que, inmerso en el desfile de violencia, siente una lejana y extraña compasión por el hombre de la voz ronca, por el implacable verdugo italiano del que sabemos (o imaginamos) como un hombre del saco lleno de fantasmas, capaz de llorar en silencio por el detalle más efímero del mundo y de empuñar una pistola con la misma mirada.
Coppola nos hizo una oferta que no pudimos rechazar: la de sentarnos bajo la piel de un maestro del crímen para escuchar el latido de su corazón.

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