18.12.14

LISTAS 2013/2014 (I): Mejores discos

    Así es, amigos, ya estamos a 18 de Diciembre y vamos a encarar la recta final del año con las sacrosantas y siempre necesarias listas de lo mejor de lo mejor. Como los fans más fieles del cotarro se dieron cuenta, el año pasado no hubo lista, así que este año vamos a hacer doblete y a poner en conjunto los mejores titulazos, en rigurosísimo orden de preferencia, de los sonidos que más se han deslizado por las agujas del vinilo de El séptimo sello.

   Como todos los años, nos alejamos y nos acercamos al poserísmo aplicado: aquí no están ni The war on drugs ni Run the Jewels, pero hay suficiente gafapasteo como para hacer llorar a La Figura Laica y Multicultural que Lenore Ha Puesto En Su Salón Para Celebrar La Navidad. Vamos a ello:

20. Dos epés ex-aequo: Jerome LOL (Deleted/Fool) y Lía Pamina
    Jerome LOL y Lía Pamina han sido dos de mis grandes apuestas en el 2014. Apenas un puñado de canciones que prometen unos elepés en el futuro que quitan el hipo. El primero es un futuro que se me hace incomprensible pero que me pone mogollón, y la segunda es un pasado en el que me siento cómodo y que está lleno de sentido. Para chuparse los dedos.



19. Ryan Adams - Ryan Adams

    Amamos ciertos discos porque nos recuerdan, de alguna manera, a ciertas personas. El disco de Ryan Adams es toda esa interpretación inteligente de un mundo de rock noventero sin complejos con el que me ha intentado lavar sin éxito el cerebro varias veces Marc Torres. Si superan ustedes sus fobias y admiten un momento revival inteligente y un buen compañero que no les incrimine por haber envejecido, haber aceptado un trabajo que no querían, haber engordado y haber perdido pelo, este es su disco.


18. Blood Orange - Cupid Deluxe

 Vale que la portada no es precisamente ese paradigma de elegancia y estilo que hubiéramos soñado, pero si son capaces de sacar el vinilo con los ojos cerrados, descubrirán un universo bailongo y lleno de temazos de esos de mover el bullarengue sin complejos. Un tema como Uncle ACE es capaz de resucitar a los muertos de su cementerio más cercano.



17. Sarah Neufeld - Hero Brother

La Neufeld siempre me ha parecido la heroína de un libro que está por escribir. Niña superdotada en el laberinto de los Arcade Fire, prodigio de sensibilidad y de potencia, los que la hemos visto en directo sabemos que es una de esas mujeres de rompe y rasga por las que entregaríamos gustosos todo nuestro universo. No hay más que escuchar la manera en la que despliega el sonido en los primeros compases de Hero Brother -el tema que, con toda justicia, da nombre al disco- para caer rendido ante la que, salvo que ustedes me digan lo contrario, es la violinista más talentosa del pop sus aledaños experimentales.



16. Leonard Cohen - Popular Problems

La verdad es que el nuevo disco de Leonard Cohen no ha importado a nadie o a casi nadie. Este año le ha tocado recibir palos por aquello de haberse aliado con Patrick Leonard y, para colmo, ofrecer la que sin duda es la peor portada de todo el año. Eso sí, si dejamos a un lado estos problemillas, temas como Nevermind o A street no tienen nada que envidiar al Cohen de los grandes elepés de finales de los ochenta. Ciertamente, no hay ni una sombra de originalidad en su disco, pero oigan, es una casa en la que refugiarse cuando hay tormenta. Lo que no es poco.



15. Pink Floyd - The Endless River

Ni un duro daba yo por este disco. El Louder than words me pareció horrendo, y el clip promocional digno de frenopático kitsch o sueño húmedo de maruja tea-party. Ahora bien, hay al menos dos chispazos monumentales: los tres primeros temas de la cara dos y el Autumn´68. Poca broma con la resurrección de un Wright arrojándose con todas sus fuerzas contra su propio sonido. Como completista de la banda, me duele pensar en los cincuenta pavos que me va a costar el plástico en cuestión, pero amigos, esos quince o veinte minutos son lo suficientemente fuertes como para defender la existencia de este bootleg oficial y lujoso. Como una furcia del partido republicano, vamos.


14. Disclosure - Settle

En sus primeras escuchas, lo de Disclosure no me había llamado excesivamente la atención. Luego Manu Sánchez se volvió loco y empezó por mandar a todos los grupos de whassap que compartimos fragmentos del Help me lose my mind y ahí tuvimos que hacerle caso. Si Chvrches no está en esta lista -que podría/debería estar- es porque el conjunto global de su elepé no es tan elegantemente coherente como el de Settle, con su cuidadísimo collages de patrones sonoros y referencias dispares, capaz de satisfacer al pastillero sueco más enchufado de todo el Primavera Sound y a los sacerdotes de la electrónica de altos vuelos.


13. Julio de la Rosa - Pequeños trastornos sin importancia

La primera vez que escuché Colecciono sabotajes me sentí como si hubiera metido los dedos en un enchufe. Lo de Julio de la Rosa es de otro planeta, por su inteligencia, por su cinismo y por su saber disparar a matar con toda la elegancia del mundo. Muy por encima que otros autoproclamados cantautores indies (me morderé la lengua), hace su trabajo con profesionalidad, certeza y rigor. Y además está la ternura de Un corazón lleno de escombros, o el pedazo de gira que se marcó, o la música fantástica que ha compuesto para La isla mínima. Julio, no te merecemos.


12. Caribou - Our Love

A Our love sólo se le puede poner una única pega: no tiene un temazo como Odessa. A cambio, nos ha traído uno de los singles del año -el portentoso Can´t do without you- y la promesa de una gira española ante la que no podemos esperar más. Caribou molan la vida y son de ese tipo de bandas currantes que piensan antes de hacer un movimiento y se ganan el respeto de la concurrencia. En las listas internacionales de la cosa ha quedado muy cerquita de la pole: si no le han dado el oro es, sin duda, porque no tienen la necesidad de crear personajes y llenar megas de papel couchéspotifero. Ya está. Ya lo he dicho.


11. I am Dive - Wolves

Lo de I am Dive es de otro planeta. Tienen uno de los directos más íntimos y estimulantes del panorama patrio, trabajan con mimo cada uno de los sonidos que componen sus canciones, parecen al mismo tiempo artesanos y arquitectos, monjes del siglo XXIII, notas a pie de página de un mundo que no se para lo suficiente a escuchar su trabajo. Les conocí en el Deleste, en uno de esos conciertos a primera hora a los que nunca me acompañan los amigos, y automáticamente supe que tenía que dedicarme algún tiempo a reflexionar sobre lo que hacían. Wolves mejora incluso a su fantástico anterior trabajo y nos hace pensar que, definitivamente, Foehn records es una de las mejores disqueras de nuestro país.


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