Hace unos días, el periodista Jesús Cacho publicó una excelente columna en el periódico conservador Vozpópuli a propósito de la caída de Pedro J. Entre otras dentelladas, Cacho señalaba que el principal problema de un cierto periodismo no había sido tanto sus inevitables tiralevitismos ideológicos, sino antes bien, el haberse convertido en los perritos falderos del Capital. Lo de la juerga porno del Capital tiene tela y está generando una sociedad que sólo puede tildarse de esquizofrénica: la compañía de mierda gaseosa azucarada que en los tiempos del hambre nos aseguraba que "hay razones para creer en un mundo mejor" es la misma que ahora mismo cierra varias plantas sin problemas de rentabilidad alguna, sólo para ahorrarse unos necesarios leuros explotando a los proletarios más desesperados de otra parte del globo. Lo de la juerga porno del Capital es tan bestia que casi nadie ha puesto el grito en el cielo por una película tan desquiciadamente onanista como El lobo de Wall Street, que es algo así como el Raza de Milton Friedman, o por la moralina de los simpáticos políticos corruptos que desfilan por la nostálgica fabulilla neocon La gran estafa americana.
Lo voy a decir con toda claridad: hemos perdido la partida antes incluso de empezarla, pero eso no nos impide enseñar los dientes. Sin esperanza, claro, pero enseñarlos.
Antes de la Empresa estaba dios. dios ya nos ha robado el derecho al aborto, y durante las tristes horas del franquismo nos robó los fotogramas que otros rodaban, no fuéramos a ser seducidos por esa preFemen hermosísima que se quitaba el guante mientras susurraba Put the blame on mame. Ahora ya no tenemos dios, pero tenemos a la Empresa, que ha decidido que Edificio España, la película de Víctor Moreno, no llegará a nuestras pantallas. España es un país donde los ejecutivos escandalizados son las nuevas monjas de clausura, y en lugar del cilicio llevan la tabla de ejercicios del gimnasio y el tinte de pelo. Después de todo, si el Banco Santander salió razonablemente indemne del torbellino de mierda de hace unos años, ¿por qué no va a acertar al prohibirnos contemplar ciertas imágenes, las que ellos quieran, las que sus analistas destierren al Finis Africae de la memoria?
Hace cosa de unos años una innoble campaña de acoso y derribo nos asedió -este, su humilde blog, incluido- a los que defendimos el derecho a la distribución de Recuerdos de una mañana de Jose Luis Guerín. La historia se repite: por encima del derecho del creador siempre hay alguien que se siente profundamente ofendido, increpado, problematizado por las imágenes. Al Capital eso de que vayamos rodando o escribiendo lo que nos apetezca no le mola un pelo, y por eso rifa cucamonas tristes en la feria del periodismo contemporáneo: niño, ponle al periodista un anisete y que se esté calladito. Niño, ponle al director un chupito de pólvora y miedo, que invita la casa.
Ahora a Gilda podemos verla participando en un festival de lluvias doradas gracias al porno alemán, pero la Empresa no tolerará que nadie muestre el guante podrido de dinero robado y amargura, el guante fino que igual sirve para levantar el puño en las manis que para pasarte la nota de deshaucio en este delirante escaparate final de El precio justo que estamos viviendo.
Hacía tiempo que no utilizaba el blog como herramienta de agit prop -luego me dirá el buen Zenódoto de Éfeso, con su crítica habitual, que soy un adicto al agit prop y un paseador barato de pancartas-, pero pienso que quizá les puede interesar consultar esta página, e incluso, firmar en ella. Después de todo, sobreentiendo que si leen este espacio es porque creen en las relaciones que debe haber entre libertad y creación audiovisual. Sobre todo, por encima de dioses y empresas, que no son lo mismo, aunque a veces lo parezca.
2 comentarios:
Me interesa tu opinión sobre el lobo. De verdad no ves ninguna crítica al capitalismo en su discurso? Creo que ese onanismo del que hablas es el mismo que el de Uno de los Nuestros para hablar de la mafia. No se puede reducir a una trama de buenos y malos porque es lo contrario a un texto propagandistico, Cuenta con la inteligencia del espectador y aborda el origen del problema de por qué nuestra sociedad elige determinados estilos de vida.
Es mi opinión al menos. Disculpa el comentario offtopic y a seguir así
Estimado amigo/a:
La verdad es que con El Lobo ando bastante peleado, más por intuición ética que por otra cosa. Estoy de acuerdo en que cuenta con la inteligencia del espectador -de hecho, para mí esa es la única clave para sostener toda la película-, pero creo que se deja bañar en un halo de fascinación peligrosísima, un mecanismo de goce bastante evidente. Mi intuición -pero la tengo todavía en cuarentena-, es que de lo que se trata únicamente es de gozar de los aspectos del Capital, convertir a la pantalla en un resonador de lo que, en lo íntimo, el espectador desea. Y en esa lógica, me parece una cinta probablemente hipócrita, ya que denuncia aquello que ofrece convertido en espectáculo, o sugiere aquello que pone con toda claridad en la pantalla. Pero ya digo, tendría que volverla a ver y darle una vuelta.
¡Y de Offtopic nada! ¡Gracias y un abrazo!
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