26.6.12

IVA killed the Culture Star



ACTO I
    Hace algún tiempo, en ese lugar donde hoy los bosques se visten de espino, nuestro ínclito Presidente del Gobierno se tropezó con un libro que cambiaría su vida. No lo leyó -todo el mundo sabe que un Presidente no tiene por qué leer ni escribir ni pensar gran cosa-, pero su título permaneció a su lado, consolándole en sus momentos de tristeza, sugiriéndole eróticas posibilidades políticas, iluminándole en lo íntimo y permitiéndole seguir adelante. El libro no era En confianza, era Cómo acabar de una vez por todas con la cultura.
    Mariano, queda dicho, no tuvo tiempo para leerlo, pero después de todo, la cultura era esa cosa que hacían los rojos de su Facultad -cobrando de su bolsillo, claro-, la movida aquella de los cantautores que seguían metiéndose contra Franco y el cine español de la guerra civil. La cultura eran los de la ceja, los del No a la Guerra, la cultura era para gente desocupada que no trabajaba como Dios-y-el-Mercado mandan, agotadoras jornadas frente al excel, produciendo, produciendo, produciendo. La cultura no produce nada, salvo perroflautas y chupasubvenciones. Luego había otra maxi-cultura, que era la de El tiempo entre costuras y La catedral del mar, es decir, libros que se venden, es decir, mucha pasta y mercado, porque quién duda de que si Ildefonso Falcones y María Dueñas venden es porque son buenos, ¿no?
    Una pregunta estúpida: ¿Son ustedes capaces de recordar las columnas de Jose María Aznar hablando de Luis Cernuda y cómo nos reíamos por lo malas que eran? ¿Han leído alguna columna de literatura escrita por Zapatero o por Rajoy?

ACTO II
    En paralelo, una vertiginosa mayoría de las editoriales españolas también parecen haber sido fascinadas por el título del libro de Allen. Tampoco está muy claro que para ser editor haya que leer gran cosa. El escándalo de la edición de Danza de dragones y su precio absolutamente descabellado -46 euros del ala, ustedes me perdonarán el mal chiste- ha cabreado al personal por las redes sociales. Un Lannister siempre paga sus deudas, claro, pero eso de pagar un 242% más que en otros países por un libro es, en el mejor de los casos, un atraco a mano armada. No es algo nuevo. Los teóricos del cine venimos pagando auténticas brutalidades por libros imprescindibles, con la excusa del "no hay mercado". Unos ejemplos rápidos: 42 euros por La narración en el cine de ficción de Bordwell (Paidós), 60 euros por el John Ford de Tag Gallagher, 63 por el primer tomo de la Historia del cine de Gian Piero Brunetta, 70 euros por Truffaut en acción de Carole Le Berre (los tres en Akal). Cada Seminario de Lacan cuesta entre 35 y 40 euros, y son más de veinte (Paidós, de nuevo).
    No hay ebooks oficiales, y no se les espera.
    Una pregunta estúpida... ¿cómo creen que podría un mileurista encarar la compra de DOS seminarios de Lacan? ¿Pagando a plazos?

ACTO III
     Mariano sabe que se acerca el invierno. El invierno del descontento de los mercados, el invierno sin terracitas ni niños currando en los hoteles, sin turistas, el invierno gélido como entrepierna merkeliana. El invierno del capital, que es la era glaciar de la esperanza, invierno atómico para víctimas de la destrucción de los servicios sociales y famélicas legiones.
     Mariano dice que hace falta recortar más. Por ejemplo, en cultura. Por ejemplo, subiendo el IVA de los libros, de las entradas de cine, de los museos, pudiendo llegar tranquilamente al  8 o al 18% según su descuento inicial. Ustedes luego me dirán que si teoría de la conspiración y que si la mano invisible del mercado, pero... ¿no resulta increíblemente sospechoso tanto ataque contra la sociedad del conocimiento? ¿No será acaso que se acerca el invierno, pero el invierno del pensamiento y de la reflexión, y por lo tanto, Mamá Empresa y Papá Partido me tranquilizarán con una dosis de soma/eurocopa, un chupito de soma/Nadal? ¿Y si a lo peor resulta que mañana ustedes me encuentran gritando VIVA CRISTO REY o PATRIA O MUERTE con la cara desencajada?
     Una pregunta estúpida... ¿Eurasia eran amigos o enemigos?

ACTO IV
    Hago unas cuentas rápidas. Como creo en un liberalismo inteligente, creo en que el capital debe fluir por ciertos mercados. Consecuentemente, invierto una parte importante de mis humildes ingresos en eso que un hijo de mil padres reinventó como "Industrias Culturales". Mi dinero no produce apenas beneficios en el banco, no pienso meterme en una hipoteca, no tengo acciones en ningún lado. Mi dinero es para la cultura, lo que implica que haga cosas estúpidas que nadie entiende como pagar religiosamente por ciertos discos o ver en sala películas que llevan meses en Internet. Los artistas, los pensadores, no son pordioseros y no deberían mendigar de las administraciones públicas. El arte no es un tipo que pide en el Metro -12 euros el bono de 10 viajes, más caro que un libro de Foster Wallace- tocando El condor pasa. Quizá para Mariano lo sea, pero no para mí, y creo que eso marca alguna diferencia.
    Ahora subirán de nuevo los precios, y forzarán a que los pocos liberales más o menos comprometidos con el mundo de la cultura que no le pagamos las fantas a Falcones/Dueñas tengamos que sufrir un poco más cada vez que pasamos por caja. Un poco más. Un poco más. Hemos comprado libros por encima de nuestras posibilidades. Hemos escuchado música por encima de nuestras posibilidades. Del otro lado, las propias "Industrias Culturales" no reaccionarán y seguirán subiendo los precios porque "no hay mercado".
     Hasta que la cultura colapse.
     Hasta que no nos quede más remedio que descargar sin más, olvidarnos de ir a la Fnac a principios de mes y salir con una sonrisa de oreja a oreja, olvidarnos de pagar por cosas realmente únicas y valiosas.
     Una pregunta estúpida... ¿Y con ese dinero que no nos gastaremos en cultura, qué haremos? ¿Seremos más ricos.
     Una única respuesta. No. Pagaremos más impuestos.

3 comentarios:

Lluís Bosch dijo...

Hoy he "compartido" tu artículo en facebook no porqué me parezca mejor que otros sinó porqué me gusta que nombres a Falcones y a la otra por su nombre y dés la opinión de forma tan franca.
Enfin, te quiero agradecer esos artículos: su lectura es uno de los buenos momentos del día.

Anónimo dijo...

Me encanta esta entrada, suscribo su contenido y siento la misma frustración que tú, pero sí quiero decirte que he leído a Zapatero prologando el "ficciones" de Borges, y no me pareció que lo hiciera mal... Lo que, por otro lado, no ha afectado a mi opinión política.

Anónimo dijo...

Estupenda entrada, aunque difiero en lo relativo a los libros de Ildefonso Falcones (que era un hombre que no sabía escribir, y que el libro es famoso dentro del mundillo editorial por ser un experimento de laboratorio en mano de los editores para poder nacionalizar el producto Follet) y María Dueñas (que sí que sabe escribir muy bien, y que ha cautivado con su novela a millones de españolas, entre los cuales por supuesto no me incluyo). Esos libros no serán literatura, pero son libros y son ficción y el sector editorial necesita de ellos más que nada en el mundo, ya que las cifras de ventas de la literatura con L mayúscula es irrisoria en España. Si en España se puede publicar a David Foster Wallace (que no vende lo necesario para cubrir los anticipos que se pagan) es gracias a libros como La catedral del mar. Y pongo estos dos ejemplos porque ambos pertenecen a la misma editorial, y el dinero que gana uno permite lo otro. Un saludo.