15.5.06

De latir, mi corazón se ha parado (De battre mon coeur s'est arrêté, 2005)


Reconozco que le tenía ganas a esta película. Ganas y algo de miedo. El cine francés es un baremo impredecible que ofrece obras maestras de la talla de "Irreversible" o "La reina Margot", y de pronto un sumidero pomposo que nos afrenta con títulos como "La escurridiza (o cómo escapar del amor)" o cualquier otra delirante exquisitez que no sirve absolutamente para nada. Comprendo que a cierto sector del público le entre la dentera ante ciertas producciones galas, ya saben, esas películas con planos muy estéticos de gente que bebe buen vino y toma mucho queso en calles llenas de lluvia, o en campiñas de la provenza. El cine francés es el hijo lógico de una industria bien fundamentada pero lamentablemente chovinista, de una mentalidad que quiere competir con Hollywood pero que peca de cierto aire rancio en ciertos productos que cojean (como siempre) en una hipotética estética francesa. Creo que saben a lo que me refiero.
"De tanto latir..." es una cinta que (Deo Gratias) no suele caer en los tópicos del cine francés, con una construcción del ritmo magistral y fluída. La película funciona porque se apoya en unos personajes que funcionan y que son fácilmente reconocibles en las miserias propias. Se mantiene con una capacidad encomiable entre la denuncia suburbial (hombres de negocios histéricos que soportan su soledad gracias a la autodestrucción postmoderna) y la belleza clásica (las hermosísimas interpretaciones de Bach, por poner un ejemplo). Todo es un juego de contrarios en esta cinta: el odio contra la belleza, lo paterno contra lo materno, la sangre contra la música.
Y sobre todo, esa fabulosa sensación de haberse montado en un carrusel delirante, dulzón, trágicamente histriónico, cómicamente realista. Hay una lejanía impresa en el relato (quizá sea cosa de la interpretación del protagonista, bastante contundente) que parece impedir que el relato nos saque los ojos, que nos enamoremos de las chicas de turno y que suframos en las escenas de máxima violencia. Esa lejanía es precisamente donde reside el valor de la película, la honestidad del director que se limita a lanzar los acontecimientos sobre el tapete y a encogerse de hombros. No es el típico autor/alfarero que intenta manipular cada reacción del público con punzante interés.
"De tanto latir..." es algo así como la película que Houllebecq hubiera dirigido en un día bueno (exceptuando, por cierto, la casi inexistente carga sexual explícita de la cinta), y aunque tiene ciertos fallos (lo precipitado del epílogo, por ejemplo), el conjunto global es más que notable. No sólo es una película cínica, canalla y divertida (tres adjetivos que escasean últimamente por las carteleras) sino que además tiene una ventaja sobresaliente: en un momento en el que el cine independiente europeo parece configurarse por la ausencia de tramas sólidas y desarrolladas en ventaja de la ausencia y del vacío narrativo (Haneke, por ejemplo), "De tanto latir..." se arriesga con decenas de temas, decenas de historias que se desarrollan de manera natural, decenas de personajes pincelados y bien utilizados que impiden, simplemente, un minuto de aburrimiento. Muy recomendable, tanto para amigos del cine independiente europeo como para foráneos que pasen por delante de la sala.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

justo lo que pensaba cuando la vi, gracias por explicar tan bien lo q sentia cuando acabe de verla.

Camilo Barría R. dijo...

Esta película recobra las pulsiones que mi aún joven mente, tiene en los límites de su sensación... yo también desee y tuve a la "esposa de Fabrice"... disfrute sus besos y sus mejillas como algo de... fotograma cinematográfico.

Encomiable la peli en estos sentidos... la dichosa y asesinable dependencia del falocentrismo del padre... siempre presente, y sigue siendo lo mismo planteado por Freud.

Il faute être absolument moderne.

Camilo